Cúcuta, a pesar de las puntadas negativas que se puedan encontrar en su tejido, es una ciudad adorable y merece la querencia de quienes la habitan. Querencia que debe expresarse en una relación cotidiana de aprecio a cuanto se ha construido en conjunto. Aprecio por su acumulado histórico que le ha dado identidad.
Es cierto que existen problemas de generalizado impacto, pero esto mismo obliga a obrar colectivamente en la búsqueda de soluciones de beneficio común.
Todos los que hacen parte de la comunidad local están llamados a asumir el compromiso de contribuir a la construcción de dinámicas de progreso en lo económico, en lo social, en lo cultural. Contribución que represente rédito en el trabajo productivo, en la promoción de las variadas iniciativas provenientes de diferentes actores.
Es necesario un común denominador en el propósito de fortalecer el desarrollo de Cúcuta. Común denominador en acciones asimiladas a la realidad y a las posibilidades, lo cual implica obrar con sentido de acierto, evitando improvisaciones o repentismos vacuos.
Quienes están en el ejercicio de la política pueden aportar mucho, si aplican esa función como debe ser, o sea articulada al interés público, o el bien común, a la decencia y la transparencia. Su participación en el poder les impone la obligación de obrar con espíritu democrático. Es para servir y no para lucrarse mediante las gabelas de la corrupción.
Cúcuta ofrece posibilidades de progreso ya identificadas, pero corresponde a sus administradores darles el aprovechamiento adecuado. Su condición de territorio fronterizo le genera oportunidades que pueden ser óptimas si se procede adecuadamente. Y hay otras opciones que pueden dejar utilidad para el bienestar general.
En el campo de la educción debe esperarse mucho más de lo que se tiene. Las siete o más universidades en funcionamiento dan para promover una mayor cobertura en educación superior. Es un recurso estimable que puede alcanzar niveles conforme a la demanda de la población regional. Y ese crecimiento puede incidir en la optimación de la enseñanza en primaria y secundaria. Pero el engranaje de la educación es un proceso exigente y requiera un manejo de continuidad o docentes capaces de articularlo.
Con respecto a la cultura la ciudad también cuenta con entidades promotoras activas. Las fundaciones Museo ciudad de Cúcuta, El 5 a las 5, Cerámica Italia, La Bohemia y Moiras, el Área cultural del Banco de la República, la Asociación de Escritores de Norte Santander, la Academia de Historia de Norte Santander, la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, Almendrales y Hojarasca, Casa de Piedra, Despertar por el arte y la cultura y otras organizaciones, son promotoras constantes.
Y la vertiente productiva, que irriga la economía regional, aunque su fuerte es el comercio, no descarta otras opciones. Pero se impone el liderazgo gremial como motor que mueva iniciativas.
Hay atraso en cultura ciudadana y este déficit debe superarse para oxigenar la convivencia, infundir una mayor conciencia sobre derechos y deberes de las personas de todos los sectores y comprender mejor la existencia en el conjunto de la sociedad.
En fin, se trata de infundirle a Cúcuta mayor vigor en su desarrollo y crecimiento, para que sea una ciudad de satisfacciones, con fluidez en la vida de todos y libre de las taras que el atraso depara. Que “Nuestra amada Cúcuta” no sea una expresión vacía sino surtida de actos positivos.
Puntada
El presidente del Senado Iván Name ya hizo gala de su talente dictatorial al levantar una plenaria de la corporación legislativa a su capricho. Algo le quedó de sus relaciones con los paramilitares.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion