Ser columnista es un compromiso público, una responsabilidad semanal por lo que se escribe cada semana como sucede en mi caso. En ocasiones no es fácil, hay temas que corren el riesgo de volverse repetitivos, algo de lo que sucede en estos días con los desaciertos del actual gobierno.
Por estos días algunos amigos me llamaron inicialmente para sugerirme de escribir sobre la medalla olímpica de Ángel Barajas, y ya el viernes otros me decían, escriba sobre “el gordo” Bautista, e incluso me relataban anécdotas. Pensé inicialmente escribir solo sobre lo uno o lo otro, al final me decidí por los dos, algo así como la gloria y la inexorable muerte.
Entre el deporte y la política transcurrió esta semana, con esa medalla olímpica de nuestro deportista cucuteño, que además de su admirable esfuerzo, cada hora posterior a su triunfo se conocían detalles de ese joven que estudia en un colegio sencillo en el barrio Guaimaral, y ni para imaginar que de ahí pudiera salir una medalla olímpica en París, gracias a su disciplina, al esfuerzo de su madre, y a su entrenador.
José Fernando Bautista fue un hombre a quien hay que admirarle su habilidad para incursionar en la política. Estuvo en uno y otro lado, al final se acercó a Petro y terminó en la embajada. Antes había estado en Pretoria, fue secretario general del partido de la U, Gerente nacional del banco agrario, y por unos meses alcalde de Cúcuta. Su vida estuvo rodeada de muchas anécdotas.
Una que recuerde, a principios de los años noventa coincidimos en un viaje al Estado de Mérida acompañando al gobernador de ese momento, Antonio Lizarazo, a un encuentro que tuvo con su homólogo de allá. Recuerdo la elegancia de la gobernación, el protocolo, la cena, la amabilidad de los anfitriones.
Saliendo de la reunión, el “gordo” nos dijo ante nuestra sorpresa que fuéramos a una pizzería; había quedado con hambre. Apenas una anécdota. Entre el deporte y la política en Colombia hay algo así como una identidad: para ser exitoso, se necesita esfuerzo, sacrificio, habilidad.
Mucho de eso tienen en su campo los deportistas, Ángel Barajas, María Camila Osorio, los que el vienes ganaron medallas, excepto Camila, la mayoría salen de la pobreza, se levantan en condiciones en extremo difíciles, y logran triunfar.
En la política que no es fácil triunfar, igual, se necesita mucho de eso. Recuerdo a José Fernando cuando con el tema de la séptima papeleta que dio origen a la constitución del 91, ya se mostraba con un liderazgo desde la universidad.
A finales del año pasado, hacia octubre, me llamó desde Lisboa para hablar sobre las posibilidades políticas que se advertían para la gobernación y la alcaldía por esos días, e incluso alcanzamos a hablar algo del voto en blanco por una de mis columnas de esos días.
Y saltando desordenadamente a nuestros deportistas que triunfan, es lamentable la falta de estímulo, la carencia de una política pública a nivel de gobierno para ayudarlos, ver el retraso en el cuadro de medallas de los países latinoamericanos es manifiesto. China y Estados unidos lideran el mundo sin problemas. Estas tres medallas olímpicas son el resultado de un gran mérito y esfuerzo personal.
Como lo que aparece en redes sociales ya no sabemos lo que es cierto y mentira, no se si sea cierto que el entrenador Jairo Ruiz en algún momento debió vender su carro para cubrir algunos gastos del deportista. Nada raro.
O lo que usualmente le escucha al deportista que triunfan en Colombia, en el mensaje a la mamá: “por fin puedo comprarte una casa”. Es probable que ni siquiera se arregle el coliseo “Eustorgio Colmenares”, al punto que a pesar de estos triunfos individuales, ni aún con el gobierno del cambio, las cosas van a cambiar.
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