No tiene una razón de peso que lo justifique.
Su estímulo es el resentimiento de quienes perdieron el poder en el municipio de Cúcuta en las elecciones de 2019. Los ciudadanos prefirieron, contra todas las presiones y la compraventa fraudulenta del voto, a quien proponía una opción de cambio y el desmonte de la corrupción entronizada en la Administración. Y su campaña fue libre de trampas.
Al alcalde Yáñez le falta una mayor conexión con el municipio de Cúcuta y debe articular más su gestión con las demandas de la comunidad. Y él lo ha planteado, pero ha tenido el obstáculo de la pandemia y de la falta de una mayor comprensión de la realidad.
Él tiene por qué saberlo, como persona culta que es, por sus experiencias y por la corriente cotidiana de los hechos de su entorno. Pero no ha incurrido en actos ilícitos.
La narrativa con que se condena al alcalde Yáñez le enrostra alguna dormida visible en una de esas tediosas reuniones. O la mención que hizo del proyecto del tren del Catatumbo. O de su plan extendido hasta 2050. O de los huecos de algunas calles. O de su manera individual de ser. O de la falta de zalamería con los jóvenes que le ayudaron en la campaña. O del hambre que afecta a muchas familias vulnerables por la agudización de la pobreza y del desempleo.
Claro está que se han acumulado muchas necesidades insatisfechas y hay soluciones pendientes para problemas que se volvieron crónicos y ante lo cuales predominó la indiferencia.
Pero esa suma de carencias no es imputable al alcalde Yáñez.
Los promotores de la revocatoria no han hecho una sola propuesta seria, porque la ambición no les alcanza sino para pensar en volver a ser dueños del presupuesto y manejarlo como botín a la medida de sus ambiciones.
La revocatoria del alcalde no es el camino que lleve a la solución de las encrucijadas de Cúcuta. A este municipio hay que pensarlo desde una perspectiva de cambio para erradicar la pobreza, atraer inversión generadora de empleo, construir condiciones para darle viabilidad al emprendimiento creador, fomentar la cultura en todas sus expresiones, ofrecerles oportunidades a los jóvenes, fortalecer las empresas productivas y sobre todo, liberar la administración de la rapiña de los politiqueros, de esos que roban y dejan sin recursos a la comunidad.
Los ciudadanos de Cúcuta no pueden ser idiotas útiles de sus victimarios que son los politiqueros de siempre, dispuestos a explotar el poder mediante el ejercicio ilícito al que se acostumbraron.
Puntada
Los sectores que han expresado su voluntad de cambio en Colombia deben articularse en los temas coincidentes para garantizar un frente ciudadano capaz de derrotar el fraude electoral.
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