Termina agosto y en la prensa nacional y regional llamó poderosamente la atención el cincuentenario de la inauguración del gobierno de Alfonso López Michelsen. En mi caso, nunca había visto y leído que a un expresidente de la República se le recordara con tanta admiración como al mandatario de marras. De pronto porque se divulgó hasta la saciedad su talento de escritor, su trayectoria académica, su aventura revolucionaria como fundador y líder de la extinta disidencia Movimiento Revolucionario Liberal -MRL- en el que agrupó a muchos de sus estudiantes de la facultad de derecho de la Universidad Nacional, como Álvaro Uribe Rueda, entre otros, que luego tuvieron figuración política y literaria nacional. También se le recuerda su condición de tratadista de derecho público, aunque no recordaba con cariño a su profesor de derecho constitucional en la Universidad del Rosario, el expresidente Miguel Abadía Méndez, no por el escándalo de las bananeras, sino porque era un profesor incapaz. Sin embargo, López fue docente de la materia en varias universidades capitalinas, de preferencia en la Universidad Libre, donde fue rector y enseñó derecho constitucional con la ayuda de textos jurídicos extranjeros. Su tío Miguel López Pumarejo, exministro de Hacienda y exembajador en Estados Unidos, también fue rector de la Libre varias décadas.
Como tratadista de derecho escribió libros que aún se reeditan y se leen con provecho. Como estudiante de derecho rosarista, nos dejó su tesis de grado sobre La posesión inscrita que, desafortunadamente, nadie ha podido dar con ella, ni sus propios biógrafos; como docente universitario, dejó Introducción al estudio de la Constitución de Colombia, La estirpe calvinista de nuestras instituciones y Borradores para una reforma constitucional; como novelista, dejó Los elegidos, una sátira a los de su propia clase social; como biógrafo, dejó Esbozos y atisbos, Grandes compatriotas, Visiones del siglo XX colombiano a través de sus protagonistas muertos; como historiador, dejó La conquista española y sus frutos, y como político dejó sus Memorias, los cinco tomos sobre El gobierno del Mandato claro, Liberalismo años ochenta, Posdata a la alternación y Benjamín Constant, el padre bohemio de un liberalismo burgués. Ahora, sobre el expresidente López Michelsen, la Universidad Externado publicó dos tomos sobre El pensamiento contemporáneo de Alfonso López Michelsen; la Cámara de Representantes publicó, en la época de Jorge Mario Eastman Vélez, cinco tomos donde recoge la obra variada del expresidente López; la Universidad Libre, de la mano del escritor Benjamín Ardila Duarte, publicó El profesor Alfonso López Michelsen: constitucionalista y hombre de Estado, la escritora Flor Romero publicó Alfonso López de cerca, el historiador inglés Stephen J. Randall publicó Alfonso López Michelsen: su vida, su época, y Fernando Mayorga García escribió Alfonso López Michelsen. El retrato de un intelectual.
Alfonso López Michelsen no escribió su biografía, pero dejó datos esparcidos. Por ejemplo, escribió que Jerónimo, su tatarabuelo paterno, fue el sastre de los virreyes, y Rosa Pinzón, su tatarabuela paterna era natural de Vélez, Santander, y se desempeñaba como chichera y panadera. La cosa mejoró cuando su abuelo Pedro Aquilino López empezó a trabajar con la familia Samper Agudelo en Honda, Tolima, y tuvo la precaución de no libar alcohol, sino que prestó atención a esa actividad comercial y llegó a ser el hombre más rico de Colombia. Don Pedro A. López era el padre de Alfonso López Pumarejo y abuelo de Alfonso López Michelsen.
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