Amables lectores: La palabrería sin sentido, del presidente Petro en sus discursos, puede mantenerlo con acogida entre algunos embelesados seguidores, pero según afirma Guillermo Villaveces, cuando se va a las realizaciones, se confirma que todo es solo bla, bla, y que en la vida las cosas son bien diferentes.
En esta: “Potencia Mundial de vida”, como afirma Petro, es irónico que el costo de vida siga desbordando, que la inseguridad crezca y crezca, que cada día existan más masacres y la extorsión sea algo permanente y que los medicamentos escasean. Sobre lo anterior, lo más grave, es que es muy poco lo que se ve la acción del gobierno, para ayudar a superar estos problemas. Su preocupación por los desfavorecidos se queda en el simple discurso, generando en consecuencia un cúmulo de frustraciones.
Lamentablemente la toma de decisiones sustentables en ideologías y no en realidades, trae un sin número de problemas como en el caso de la política de vivienda. Colombia venía avanzando de manera sostenible dándole oportunidad a miles de colombianos de tener casa propia. Esto se cambió por la retórica de realizar proyectos en la “Colombia profunda”. Esto redujo los recursos para los subsidios de vivienda y quedaron miles de personas sin tener posibilidad de poseerla. Los subsidios sólo alcanzarán para 13.000 usuarios cuando los beneficiados anteriormente eran 30.000.
Quedaron en manos de los constructores unas 40.000 viviendas sin posibilidad de escrituración por falta de subsidio. Todo lo anterior subirá los precios de la vivienda, habrá miles de desempleados nuevos y muchas de las empresas proveedoras de materiales de construcción no encontrarán mercado y pueden verse abocados a la quiebra.
El proyecto de reforma laboral con que el gobierno pretende reformar las leyes vigentes sobre el trabajo, resulta muy inconveniente y es una muestra más, de lo alejado de esta retórica de realidad económica del país. Se habla como justificación de “precariedad legal” sobre normas cuando si nos comparamos con nuestros países vecinos Colombia paga mayor recargo nocturnos que Chile; mejor que no la tiene. Igualmente nuestro país otorga más días festivos y tiene la licencia de paternidad más larga.
La corte constitucional defiende la estabilidad laboral relativa, mientras que esta reforma plantea tres nuevas acciones de reintegro produciendo una inmovilidad laboral. En la reforma no habla, como debería ser, sobre una mayor cobertura en protección social ni en capacitación.
El 90% del tejido empresarial colombiano está constituido por mipymes y esta reforma con los incrementos de costos laborales y mayor rigidez laboral llevará a muchas de ellas a su extinción.
En manos del Congreso de la República está el futuro del mercado laboral colombiano.
Son necesarios para los inversionistas que abren los contrapesos políticos e institucionales para ponerle freno a las atropelladas iniciativas del gobierno. Estos frenos a través de los partidos liberal -conservador-U- han funcionado hasta ahora, pero no olvidemos que el riesgo sigue latente, porque los elefantes bailan en la cristalería, llamada Colombia.