De pronto para algunos de mis lectores le pueda parecer desproporcionada o grosera la expresión con la cual titulo la presente columna. Para ellos les aclaro que salirse de madre de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española es también el cauce de un río, cuando el rio se desborda se sale de madre. Utilizo este símil para llamar la atención sobre la escandalosa situación de inseguridad que vive Cúcuta junto con su área metropolitana. En el mes de noviembre del año pasado titulé en una de mis columnas “se disparó la delincuencia”.
Ahora se tornó insostenible. Señores de la Policía, las víctimas en un alto porcentaje no denuncian, uno porque no creen en las autoridades de policía, dos, tampoco en la justicia; afronten la realidad, no maquillen las estadísticas con el argumento que bajó pero siguen combatiendo para reducirla aún más. ¡Pamplinas! No solo la percepción de la ciudadanía sino la realidad es otra, estamos sitiados por el hampa criolla y foránea que ingresa a nuestro país sin control, como Pedro por su casa.
No los estamos culpando exclusivamente a ustedes que ponen a buen recaudo a los malandros pero un juez manilargo basado en los recovecos de la norma los deja en libertad, condicional o domiciliaria, que es lo mismo, como lo demuestran las informaciones de prensa anunciando la captura de un atracador infraganti, con un prontuario de por lo menos 15 delitos anteriores. Filosofando diríamos: “no hay derecho”, hay es impunidad vergonzante. Los pícaros lo saben, por eso les tiene sin cuidado una captura más o menos.
Nunca habíamos tenido esta situación de inseguridad, atracos a granel en las calles, en masa en lugares públicos con total desparpajo, la clientela espantándose de estos sitios agravando de contera la situación económica de la ciudad. Las cadenas, anillos, buen reloj en casa guardados bajo llave, igualmente expuestos a un hurto pero por lo menos más seguros que en la calle donde la vida se encuentra en juego. El gobierno con los congresistas deben legislar prontamente sobre el tema, modificando la política criminal sobre los delitos donde se ponga en riesgo la vida humana, caso de hurtos calificados, violaciones, en general los delitos contra la vida y la integridad personal. No deben por ningún motivo ser excarcelados, pagar intramuros la pena, desestimulando de esta forma la comisión del delito y la reincidencia valorarla para agravar la dosificación de la pena. Si no hay cárceles para tanta gente, pues hagan, si no hay recursos para ello, pues pongan en la calle a los delincuentes enemigos de la so
ciedad diferentes a los que atentan contra el bien más preciado: la vida.
Ya estos pagan con la sanción moral y no podrán meterle más las uñas al erario público ni privado por cuanto pesa sobre ellos los antecedentes. Contrario sensu los homicidas, atracadores, violadores etcétera, con más antecedentes criminales, adquieren más status e importancia dentro de su entorno. Al doctor Cristo como ministro del Interior, oriundo de estas tierras, tenga compasión de nosotros. Una ayudita urgente por favor.