Ese es el reclamo que por estos días se hace la gente en la ciudad. Que recuerde nunca antes Cúcuta y la región había vivido una situación de inseguridad como la que se vive por estos días. Hoy en día cualquier conversación o encuentro con algún amigo o conocido, casi que necesariamente, comienza con el relato de algún episodio de inseguridad que le sucediera recientemente a alguien cercano, como me lo escribiera la amiga Adela Monroy: “ un ingeniero esperando un cambio de luz en un semáforo, a quien un grupo de venezolanos que usualmente se ubicaban en una esquina, después de obligarlo a abrir el vehículo y despojarlo de sus pertenencias, sin que el ingeniero se resistiera, después le echaron un líquido en los ojos que le ha generado la pérdida de la primera capa del ojo”, y lo que es peor, una vez atendida por la médica especialista, esta última le decía que era el cuarto caso similar que atendía en la semana. Las ciudades de miedo, es una de las expresiones que se escuchan por estos días.
Y también se escuchan episodios como de esas películas del Oeste, las de vaqueros que tanto nos gustaban, como me lo decía un taxista a quien ya habían atracado una vez este año: “Yo desconfié del señor que venía sentado atrás, y en efecto, me sacó un arma. Le entregué 32 mil pesos que tenía, pero si se me hubiera sentado adelante, yo estaba listo con un puñal y antes de que me sacara el arma, me lo habría llevado…”. Relatos de pánico, de horror. Cúcuta dejó de ser la ciudad despreocupada y tranquila que conocimos hace varios años.
Tenemos que reaccionar y hacer algo con esta migración desbordada que no sabemos como enfrentarla. El viernes pasado en la biblioteca pública en el programa “ El 5 a las 5” se presentó una excelente conferencista, la consultora Carmenza Saldías, quien hablaba con autoridad sobre cómo financiar una ciudad, y mostraba los beneficios de una migración. Daba el ejemplo de lo que fue la migración en Nueva York, pero sin duda, la ilustre conferencista no tenía el contexto de lo que es la actual migración que hoy en día vive esta frontera. Seguramente habrán llegado del otro lado de la frontera gente preparada a tratar de integrarse a este país, pero lo que vemos en el día a día en las calles de Cúcuta, es que hay muchos que están llegando a delinquir. Cúcuta ya llegó al límite, es insoportable.
Hace algo más de un mes me reuní con el señor alcalde de la ciudad, y hablando sobre la inseguridad, lo primero que me decía el burgomaestre es que hoy en día se carece de una base de datos que muestre el perfil del inmigrante, su edad, ocupación y estudios, y así desde luego que es imposible trazar cualquier estrategia para diseñar una política pública de integración. Y al lado de estas dificultades viene otra pregunta: “ Y dónde está la policía? ”.