Aunque la rentabilidad del negocio pasa a un segundo plano cuando de apoyar a una comunidad se trata, Antonio Osorio, representante legal de la Asociación de Recicladores Emprendedores de Norte de Santander (Arenorte) no descuida ninguno de sus dos objetivos: crear una cultura del reciclaje y la protección ambiental, y ser un emprendedor que deje huella en la comunidad.
Su más reciente estrategia para hacerlo surgió del acompañamiento que Arenorte inició con las asociaciones de mujeres, discapacitados, adultos mayores, entre otros sectores vulnerables de Cúcuta, con quienes se acordó que recuperarían material reciclable a cambio de un ingreso justo en el que se cumple una frase que es casi un lema para él: “Todos ganan”.
Según relata, algunas de esas asociaciones han recogido material que suma hasta 240 mil pesos, los cuales reinvierten en sus propias actividades y necesidades para que sus ideas de unidad social, emprendimiento y liderazgo no perezcan por falta de recursos.
“Es cierto que son organizaciones sin ánimo de lucro, pero tampoco con ánimo de pérdida”, dice Osorio.
Pero no es solo el dinero el que le resulta útil a quienes se vinculan al proceso, pues ya hay casos de éxito social y familiar, sin duda, los más relevantes para el líder del proceso.
“Los programas que desarrollamos y las capacitaciones que se dan para que las mujeres, por ejemplo, aprendan a trabajar con el material y hacer manualidades, han logrado integración familiar”, cuenta. “Tan sencillo como que una mamá le dice a su hijo: ‘Venga y me ayuda’, lo saca del celular, y se retoma el diálogo en la familia”.
Con tono sereno, Osorio no oculta su satisfacción al dar apoyo por medio de residuos como plástico, vidrio, cartón, o aluminio, y confirmar que la idea que en mayo cumplirá 7 años de haberse constituido legalmente fue un acierto que se proyecta más grande.
Tal vez, su vocación como líder comunal en la comuna 1, o su anhelo de ser parte de la solución para el desempleo en la capital nortesantandereana, o la certeza al corroborar que “sirviendo y entregando bienestar a otros, Dios y la vida retribuyen”, son las bases que lo sostienen junto a sus 23 asociados, uniformados y comprometidos a salvar un planeta “que ya no da más”.
En el proceso de reciclaje siguen un completo ciclo que parte de sensibilizar a la comunidad, capacitarla, y motivarla para que haga del reciclaje un estilo de vida, con la entrega de cuatro elementos: un costal, para que se desechen plásticos, papeles, y los demás elementos reciclables que luego son separados en las bodegas de los barrios El Páramo y El Salado; una botella para recolectar aceite de cocina; un folleto y una boleta para participar en la rifa de un ventilador.
Esta última herramienta le saca risas a Osorio, pues “los niños siempre se pelean la rifa del ventilador” y para ello, cumplen a cabalidad la tarea de separación de residuos en las casas.
Luego, él y su equipo se encargan de recoger el material, bien sea en las 14 carretas, tres camiones, o en los 2 motocarros que conforman el ‘parque automotor’, y se lleva a los centros de acopio para ser seleccionado, transformado como manualidad, o procesado industrialmente.
Más apoyo
Si bien el paso del proceso industrial se efectúa fuera del departamento, la meta es que la actividad se cumpla en Cúcuta y, por ende, el cierre del ciclo se dé en el territorio.
Para ello, Osorio tiene en marcha un proyecto para obtener maquinaria propia, tanques para la recolección de aceite que se transformará en jabones, y crear Arenorte Internacional, otro sueño en el que tiene puestas sus esperanzas de corto plazo, pero requiere además de inversión, muchas manos recolectoras.
“Nos ven como informales y eso nos impide tener el apoyo deseado…. Afortunadamente, ya está el decreto 596 de 2016 que protege y dignifica esta labor, pero aún podemos hacer más y generar más empleo. Eso sí, aquí hay que trabajar”, afirma, mientras imagina un titular: “¿No tiene empleo? Afíliese a Arenorte, para tener un ingreso digno”.
Y es que aún queda mucho terreno, pues el número de afiliados cubre la misma cantidad de barrios, “y en Cúcuta son 325 barrios”.
“Todos caben” y “todos ganan”, repite, señalando que el reciclador gana con un trabajo formal; los ciudadanos porque perciben una rebaja en sus facturas al sacar menos basuras; en los barrios, las juntas comunales que firman convenio con la empresa y reciclan, reciben herramientas para que mejoren sus parques; las empresas reciben certificaciones, capacitaciones, recolección a bajo costo, y otros servicios que suman 18 maneras de aportarle al ambiente.
Además, discapacitados, mujeres, ancianos, trabajan en la separación de residuos, mientras que la ciudad se alivia de la terrible carga de la basura.
Solo falta un empujón, decenas de manos desempleadas dispuestas a salir con sus carretas, y la continuidad del respaldo que hoy en día reciben de la Alcaldía y Corponor.
Con estas entidades hay iniciativas como el proyecto de recolección de residuos sólidos en los barrios El Salado, García Herreros, Cenabastos y Metrópolis, que beneficia unas 900 familias con la generación de empleo para adultos mayores y personas en condición de discapacidad, encargadas de transformar los residuos en materias primas para el comercio.
También, espera seguir dando oportunidades, y hasta reparando vías, como se hizo recientemente en el barrio El Páramo, donde el trabajo conjunto de recolección y la ganancia alcanzó hasta para tapar huecos.
“Yo soy muy feliz porque tengo amigos a donde sea que voy, y como empresario, veo que puedo generar bienestar, pero necesitamos que la gente se apropie de este proceso y sea responsable”, dice Osorio, quien ratifica que seguirá dando y recibiendo, porque ese ciclo, al igual que el del reciclaje, “no falla”.
¿Por qué reciclar?
Porque reciclando evitamos la tala de 17 a 20 árboles por cada tonelada de papeles que recuperamos. En Colombia consumimos más de 700 mil toneladas de cartones y papeles que equivalen a la tala de 12 millones de árboles.
Porque más del 30% de desechos que tiramos a la basura son polímeros plásticos, que provienen del petróleo.
Porque es un proceso que beneficia y reivindica a las familias que desarrollan esta actividad, y es una alternativa de desarrollo económico que genera empleo e ingresos.
Porque se evita la contaminación de los suelos, los cuerpos de agua y contribuye al aumento de la vida útil de los rellenos sanitarios.
Porque en Cúcuta se recogen cerca de 800 toneladas de residuos y solo se aprovecha el 7%.
Porque semanalmente, cada hogar cucuteño produce tres kilos de material aprovechable que contribuiría a salvar el medio ambiente local.