Proveniente de las tierras andinas, en el estado Mérida, Isabel Cristina Ossa Bonilla aterrizó hace unos años en Cúcuta sin saber que la vida le tenía encomendada una valiosa labor atendiendo mujeres víctimas del conflicto armado.
Terapeuta ocupacional de profesión, Isabel Cristina trabaja de la mano con la Fundación Moiras, realizando diversos oficios entre los que se destacan círculos de mujeres y sesiones de acompañamiento psicológico afectivo.
No obstante para esto habría de pasar mucho tiempo, debido a que su llegada a Colombia fue en primera instancia a Cali, ciudad en la cual nacería su padre. “Toda mi vida he viajado allí, pero en ese entonces necesitaba salir de Venezuela, porque se dificultaba el acceso a consultas virtuales con los clientes”, subrayó.
Es por eso que decidió salir de su país y emprender rumbo a la ‘Sultana del Valle’, donde iría en primera instancia como ciudad de paso, pero se convirtieron en siete años en los que ella residió en Cali.
Un accidente la trajo a Cúcuta
De acuerdo con Isabel Cristina, fue un accidente de tránsito en el que casi pierdo la vida, lo que le hizo replantearse si realmente quería seguir viviendo en Cali, y por esa razón se radicó en Cúcuta.
“Cuando me levanté de ese accidente dije que debía irme más cerquita de mi casa, por eso elegí Cúcuta, una ciudad de la cual solo conocía el Aeropuerto Internacional Camilo Daza y un centro comercial”, señaló.
Sin embargo, el tiempo de conocer la cultura cucuteña, así como los lugares históricos y simbólicos de la ciudad, se vio truncado por el inicio de la pandemia, retrasando dos años más su proceso con la ciudad.
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Isabel describe a la capital nortesantandereana como “una zona hermosa pero con muchos desafíos, aunque prevalece la energía transformadora de la ciudad y su búsqueda por el crecimiento”.
Su encuentro y labor en Moiras
Pero sin lugar a dudas, el trabajo articulado con la Fundación Moiras es el quehacer que más disfruta, pues es un lugar en el cual puede expresar libremente sus ideales de feminismo y conocer otras mujeres empoderadas.
Sin embargo, esta conexión surgió de casualidad, ya que llegó primero como observadora, a través de un convenio con trabajadores; y desde entonces empezó a asistir a las diferentes actividades hechas por Moiras, como las escuelas de bordado y tejido, entre otras.
Según Isabel, “ahí me fui involucrando con las chicas que ahora no son solamente compañeras de trabajo sino también son amigas, mujeres empoderadas, que han marcado mi vida”.
En Moiras, ella dirige los círculos de mujeres, desarrollados con el objetivo de potenciar su energía femenina, trabajando en factores como su propia identidad y el potencial creativo, hasta las formas en que se vinculan con el mundo, mediante representaciones en forma oral o artística, acorde a Isabel.
Dichos encuentros femeninos son desarrollados una vez al mes, y para ella, a nivel de atención a la mujer migrante y personas en situación de desplazamiento forzado, son los mejores en Cúcuta. A estos espacios acuden mujeres de edades diversas.
Esto es uno de los motivos por los cuales Moiras se diferencia de otros espacios feministas en la ciudad, en vista de que se involucran procesos creativos con la participación de mujeres empoderadas.
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