La agresión desatada por un comentario sobre una mascota, dejó secuelas físicas y emocionales en las víctimas, mientras los agresores buscan evadir su responsabilidad a través de una conciliación cuestionable.
En el marco del mes de la mujer, La Opinión indagó qué ha pasado sobre uno de los casos de violencia que indignó a la comunidad cucuteña: la brutal agresión contra Alejandra Cruz Quiñones y su prima el 2 de marzo de 2024 en un establecimiento de la Avenida del Río.
Pese a la conmoción y al clamor por justicia, un año después, las víctimas siguen esperando que se haga justicia mientras sus agresores buscan desligarse de las consecuencias de sus actos.
¿En qué va el proceso?
Desde que se iniciaron las investigaciones, los avances han sido limitados. En noviembre de 2024, la Fiscalía citó a las partes a una audiencia de conciliación, en la que los agresores ofrecieron retirar la denuncia por presuntos daños a su vehículo a cambio de que Alejandra desistiera de la demanda por lesiones personales. Esta propuesta generó indignación en la víctima y su familia, pues “priorizaba un bien material sobre el daño físico y emocional que le ocasionaron” expresó un familiar de la víctima.
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Alejandra ha tenido que someterse a terapia médica debido a una lesión en su rodilla, causada por el ataque. “A mí no me importa el carro, quiero justicia por lo que me hicieron”, ha manifestado la joven, quien ha tenido que lidiar con la frustración de ver cómo su caso avanza a paso lento.
Según la defensa de la víctima, la conciliación propuesta por la contraparte fue inaceptable. “No es posible que los agresores quieran saldar este ataque con dinero, mientras Alejandra sigue padeciendo las secuelas físicas y psicológicas de aquella noche”, declaró un abogado de su defensa.
Reclaman una suma de dinero por daños materiales
La contraparte argumentó varios daños al vehículo, en el parabrisas, el panorámico, también dijeron que estaba rayado, y que estaba destruido, incluyendo las luces. A lo que la defensa de Alejandra argumenta que ella admite haberse frustrado tanto que le dio un golpe al carro que en su momento dejo una leve marca, pero esta no fue de la gravedad que los agresores exponen.
“El carro lo recogió un amigo de quien llegó al lugar con una grúa y se llevó el vehículo nosotros no sabemos a dónde”, incluso quien recogió el carro, amigo de la pareja, en entrevista con este diario admitió que, este si tenía una pequeña marca pero que no tenía mayores daños
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¿Qué dice la Fiscalía?
La Fiscalía, por su parte, aunque ha estado limitada en su accionar debido a cambios internos en el despacho, declaró que sí se han hecho varios avances. En este sentido, la defensa de Alejandra está a la espera de que se defina una nueva fecha para una dar paso a una Audiencia, sin embargo, según el ente encargado, este año serán nuevamente citados para una conciliación de las partes.
Una noche de violencia
El 2 de marzo de 2024, Alejandra Cruz y su prima acudieron alrededor de las 5:00 de la tarde a un establecimiento comercial en la Avenida del Río para compartir un rato. Horas después, sobre las 7:00 de la noche una pareja que también estaba en el lugar se acercó con su perro al lugar, en donde, otra persona, sin ninguna mala intención, acarició al animal y lo llamó ‘Firulais’, un término común en redes sociales para referirse a los canes.
Lo que pareció un gesto inofensivo se convirtió en el detonante de una violenta agresión. Pasadas las horas, en un momento Alejandra se dirigió al baño y al regresar encontró que la pareja le había quitado la silla en la que estaba sentada. Al solicitar amablemente que se la devolvieran, recibió insultos y respuestas prepotentes. “Para eso tenemos plata, para comprar sillas”, le respondieron de forma arrogante.
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La situación escaló cuando la mujer de la pareja la atacó violentamente, gritándole que su perro “no era ningún Firulais” y que “ese era nombre de perro pobre”. Entre aruñazos y jalones, Alejandra intentó defenderse de la otra mujer, pero el hombre que la acompañaba se unió a la agresión, propinándole brutales golpes. Testigos afirman que por la imágenes evidenciadas en los vídeos de las cámaras de seguridad “parecía que le estuviera pegando a otro hombre” por la ferocidad de los ataques.
La prima, al intentar separarlos, también fue golpeada, algunos de los acompañantes de la pareja se metieron para tratar de separarlos, luego de esto los agresores huyeron del lugar dejando el vehículo en el que habían llegado. Las dos mujeres quedaron indefensas con lesiones de gravedad. Según testimonios de testigos presentes, nadie en el establecimiento intervino, ni los empleados ni los demás clientes. Alejandra terminó en el suelo, con su rodilla severamente lesionada tras ser pisoteada por los agresores.
Cuando la pareja huyó del lugar. Minutos después, la Policía Metropolitana de Cúcuta llegó a la escena, pero los acompañantes de los agresores negaron conocerlos, lo que generó sospechas sobre un intento de encubrimiento de la identidad del agresor. Posteriormente, un hombre recogió el vehículo con una grúa, sin aportar información clara sobre los atacantes.
Fue así como sobre las 11:00 de la noche, las víctimas fueron trasladadas a un centro médico, donde Alejandra fue diagnosticada con una lesión en la rodilla que, un año después, sigue limitando su movilidad. En contraste, sus agresores habrían intentado desviar la atención del caso, enfocándose en exigir compensación por los supuestos daños del carro que no es de su propiedad. Ante esta exigencia, La Opinión conoció que este requerimiento debería ser realizado por el mismo dueño del vehículo y no de terceros como es el caso de ellos.
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El caso de Alejandra Cruz y su prima es un preocupante caso de intolerancia en Cúcuta. La falta de respuestas concretas por parte de la Fiscalía y la estrategia de la defensa de los agresores para minimizar la agresión han generado frustración en las víctimas y en la comunidad.
Alejandra, aunque ha intentado retomar su vida, enfrentó dificultades para salir de su hogar sin miedo. Incluso, mientras era atendida en un centro médico, unas personas llegaron hasta su vivienda a pedir que les respondieran por los daños del auto, los familiares de ella quienes estaban presentes en el lugar se sintieron intimados al desconocer cómo estas personas que habrían agredido a su ser querido días antes, encontraron la dirección donde ella vive “durante los dos meses posteriores a lo ocurrido, Alejandra no podía ni salir a comer con sus primos, se encontraba visiblemente afectada”, confiesa el familiar.
La Fiscalía tiene en sus manos la responsabilidad de garantizar que este caso no quede en el olvido y que los responsables enfrenten las consecuencias de sus actos. Mientras la justicia sigue su curso, Alejandra y su familia continúan esperando una respuesta definitiva que les permita cerrar este capítulo de violencia e impunidad.
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