Una instalación que propone un análisis topográfico del contra monumento Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, abrirá sus puertas el próximo sábado 13 de abril y estará disponible hasta el 28 de junio de 2024.
Creada por la artista invitada Tania Candiani, con el acompañamiento de la reconocida curadora internacional Gabriela Rangel, ‘Desminar’ centra la atención en el piso elaborado por Doris Salcedo con las armas fundidas de las Farc y con la participación de mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado en Colombia, que se encuentra en el centro de Bogotá.
Reconociendo las dolorosas historias que guarda cada placa, donde cada grieta surgida durante el proceso de forja se extiende como una herida que clama verdad, memoria, justicia y reparación, la artista propone traducir esta información, transformando sus propiedades a sistemas de sonido e imagen. Los valores del metal fundido serán traducidos a impulsos sonoros y puntos cromo lumínicos, entendiéndolos como una cartografía y leyéndolos como si fuesen un territorio.
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“La artista no sólo identifica las reverberaciones políticas del piso concebido por Doris Salcedo como contra monumento del conflicto armado colombiano, que en el espacio Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria otorga razón de ser al museo junto a las ruinas sobre las cuales se edifica su estructura", señaló uno de los apartes del texto de presentación de la exposición.
"La acción de Candiani agrega el residuo irracional y misterioso de la violencia, su condición inasible y difusa, para fusionarlo a aquella otra violencia que reúne crímenes concentrados en capas históricas reunidas en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en México”, agregó.
Tania Candiani es una artista interdisciplinar cuyo interés central es la idea expandida de traducción, ampliada al campo experimental mediante el uso de lenguajes visuales, sonoros, textuales y simbólicos. Muchos de sus proyectos consideran el universo de lo sonoro y las políticas de la escucha como una herramienta capaz de ampliar y transformar percepciones, tanto humanas como no humanas.
Parte fundamental de su obra se relaciona con políticas y prácticas feministas, entendiéndolas como experiencia comunitaria, afectiva y ritual.
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Su producción suele involucrar grupos de trabajo en diversos campos, consolidando intersecciones entre arte, literatura, música, arquitectura, ciencia y labor, con énfasis en los saberes y técnicas ancestrales, las tecnologías y su historia en la producción de conocimiento.
“Candiani propone añadir una dimensión inmaterial y opaca a esta historia de la violencia. La instalación ‘Desminar’ como lo indica su título, se despoja simbólicamente de la carga explosiva de minas que aún ocupan grandes extensiones de territorios en conflicto, para componer un lamento de topografías que se recorren individual y colectivamente”, planteó la curadora invitada Gabriela Rangel.
¿Por qué ‘desminar’ un piso construido en acero? ¿Qué sonidos guardan las placas martilladas por mujeres víctimas del conflicto armado, que componen el suelo de este espacio de arte? ¿Cómo se traduce en imagen el coro de lamentos que pueda surgir al auscultar la topografía de estas salas? Son algunas de las inquietudes que incita ‘Desminar’, exposición de acceso libre y gratuito a partir del próximo sábado 13 de abril.
Candiani se apoya en la curiosidad y participación del espectador quien, acompañado de un facilitador, asumirá el rol del buscador de minas y manipulará el dispositivo ‘desminador’ mientras camina la sala 1 de Fragmentos.
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Los sonidos e imágenes que surjan de esta acción de escudriñar las historias, emociones y susurros que se esconden en las huellas de este espacio de arte y memoria, tendrá proyección simultánea en la sala principal.
En esta sala principal el recorrido del espectador se convierte en una gran videoinstalación con el sonido envolvente de cuatro canales y proyección ampliada en toda la pared frontal del espacio proponiendo una experiencia inmersiva.
El registro del recorrido en vivo en la sala 1 se contrapone con imágenes y sonidos extraídos previamente de otro suelo igualmente marcado por la violencia: la Plaza de Las Tres Culturas, ubicada al norte del Centro Histórico de Ciudad de México, donde el 2 de octubre de 1968 ocurrió la matanza del movimiento estudiantil de Tlatelolco.
Así, el registro sonoro y visual de uno de los sucesos más sangrientos y dolorosos del siglo XX en México que se resiste al olvido en las piedras de su suelo, se une a las lesiones de los más de 50 años del conflicto armado colombiano forjadas en el piso de Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, construyendo en conjunto una cartografía multimedia de la historia de guerras que ha caracterizado al continente latinoamericano.
“La historia de una herida que reclama ser escuchada, que nos convoca en su intento de hablarnos de una realidad o una verdad a la que no es posible acceder de ningún otro modo. Esta verdad, en su aparecer diferido y en el retardo de su llamado, no se liga únicamente con lo que puede ser conocido, sino también con aquello que permanece desconocido tanto en nuestras acciones como en nuestro lenguaje”, comentó Cathy Caruth.
Entre una sala y otra, en el pasillo que las conecta, se exhibe en una vitrina la Caja Libro. Un libro de artista que contiene textos sobre la obra, la curadora Gabriela Rangel, un storyboard de la artista Tania Candiani, grabados sobre impresiones del piso de Fragmentos y la Plaza de Las Tres Culturas, y un tornamesa que próximamente reproducirá un vinilo con las grabaciones del registro sonoro del piso realizado durante las primeras semanas de la exposición.
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