Por años, la relación comercial de Colombia y Venezuela fue no solo fluida sino muy relevante para ambos países. De hecho, el vecino país representó el principal socio en términos de ventas. En 2008, 37% de las exportaciones salían para Venezuela desde Bogotá, siendo el principal comprador, de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Económico de la capital.
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En 2007, el valor de exportado hacia este país fue de US$5.270 millones, 17,4% del valor total vendido. No obstante, desde 2009 las relaciones de ambos países ha caído. Juan Nicolás Garzón, profesor de la facultad de Derecho y Ciencias políticas de la Universidad de La Sabana, explicó que problemas políticos de ambos países fueron destruyendo la relación hasta hacerla casi inexistente. A cierre de 2021, se comercializó US$331 millones, una caída de 93,7% frente al dato de 2007.
Javier Díaz, presidente de Analdex, explicó que además de desaparecer en gran medida, el tipo de relación existente ahora es diferente, dado que los compradores en muchos casos son entidades estatales. “La estructura del comercio cambió, la relación antes era entre privados y ahora no es el caso”, afirmó.
De acuerdo con cifras del Dane, con corte a febrero, las exportaciones a Venezuela fueron por US$109,1 millones. Para el caso de las importaciones el dato fue de US$10,9 millones, con una participación de 0,1% del total registrado para ese lapso por el Departamento Estadístico. Esto refleja una realidad que se ha vivido históricamente y que la balanza entre ambos países ha sido superavitaria para Colombia.
Para los dos primeros meses del año, el superávit fue de US$98,1 millones.
Un punto sobre el que Garzón hace énfasis es que esta el comercio que antes había sido fluido y estable, respondía a la alta demanda que había en el vecino país. La dinámica de la economía gracias a la renta petrolera le permitía acceder a una gran cantidad de bienes, que en este caso se adquirían en Colombia.
Ahora el país se ha visto beneficiado por los altos precios internacionales del crudo que permite que pese a la baja producción, los ingresos sean mejores.
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Esto genera una mayor interacción entre ambos países. Pese a esto, Ronal Rodríguez- vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, señala que las sanciones de países como Estados Unidos hacen que operaciones sencillas entre países se conviertan en muy complejas, generando condiciones de informalidad en zonas de frontera.
Si bien antes la mayor cifra de ventas que de compras por parte de Colombia se explicaba por la demanda que generaba el vecino país, la situación ahora es diferente. Rodríguez explica que ahora el país requiere productos cuya industria no está desarrollada en el país.
“La dinámica de la economía venezolana se centró en el extractivismo y en el consumo. La crisis ha hecho que se readapte, pero depende mucho de la relación que tiene para adquirir productos desde Colombia”, afirma el experto de la Universidad del Rosario.
Por esto, los expertos consideran que uno de los puntos focales del próximo gobierno será restablecer y mejorar la relación con Venezuela, ya que no solo se depende mucho de su consumo, sino que hay muchas actividades que por la naturaleza de la relación actual, marcada por las sanciones, se han mudado a la ilegalidad.
Cifras distorsionadas
Si bien hay cifras de comercio entre ambos países así como de remesas, uno de los puntos sobre los que analistas hacen claridad es que en realidad hay muchas sombras sobre la relación comercial real.
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Rodríguez asevera que mucho del comercio que hay en Cúcuta y otras zonas de frontera, que se toma como consumo interno es, de hecho, internacional, en vista de que después va para el vecino país.
“Tenemos muchas actividades que están condenadas a la ilegalidad por la falta de comunicación de gobiernos”, afirmó. Uno de los casos que destacó es el de los alimentos que se compran en Colombia pero son movilizados hasta el país.
Esto genera sombras en el seguimiento del comercio real, pero además afecta las arcas del Estado vía ingresos aduaneros que dejan de recibirse. A esto se suma que tampoco se puede hacer cumplir normas sanitarias. “Se ha descubierto que hay mafias de medicamentos falsos”, afirma Rodríguez. Sin embargo, sobre esto no se pueden aplicar sanciones, dado que permanece ilegal.
Dentro de estas afirmó que las remesas son un punto relevante. Dadas las sanciones y las dificultades en el sistema financiero, se ha optado por enviarlas a ciudades colombianas, como Cúcuta (Norte de Santander) y desde ahí llevar las divisas a este país.
Con esto, hacer un seguimiento real a todo el comercio y las relaciones económicas realmente no se puede hacer.
Estas situaciones y las ganancias que deja un mercado sin ninguna regulación llevan a que las tarifas por alimentos o retirar o cambiar divisas serán mucho más elevadas. Con esto se ha generado un estímulo hacia la informalidad y las actividades que de acuerdo con Rodríguez, están condenadas a permanecer ilegales hasta que un Gobierno decida restablecer las relaciones políticas y económicas.
Los países que recibieron las exportaciones que iban a Venezuela
Por cuenta de la ruptura de las relaciones políticas y económicas entre Colombia y Venezuela, muchas de las ventas que se hacían tuvieron que cambiar de destino. Javier Díaz, presidente de Analdex señaló que con Procolombia se intentó redirigir estas ventas. “Empezamos a hacer ruedas de negocios con países centroamericanos, que fueron quienes terminaron recibiendo una parte importante de los productos”, explica. No obstante, algunas pequeñas empresas quebraron ante la imposibilidad de recuperarse.
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