El estancamiento en la reducción de las cifras de pobreza en Cúcuta durante los últimos cinco años, reflejan un panorama complejo y preocupante.
El año pasado, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), reportó que en Cúcuta el 53,3 % de la población es pobre y el 20 % está en pobreza extrema. Para este año, la situación parece no presentarse de manera diferente.
Luego de la euforia por la cifra de crecimiento anual del PIB que llegó a 10,6 %, según el DANE, comienzan a surgir las dudas sobre cómo se reflejarán problemáticas como la pobreza.
Si quieres tener acceso ilimitado a toda la información de La Opinión, apóyanos haciendo clic aquí: https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinión_
Para Alexander Botello, profesor e investigador del programa de economía de la Universidad de Pamplona, en la ciudad la pobreza se explica por situaciones como la debilidad del tejido empresarial donde más del 97% de las empresas son micro o famiempresas con menos de cinco trabajadores.
“Además, estas empresas tienen bajos niveles de inversión y producción, y por tanto su capacidad de demandar trabajo es baja; en ese sentido, las oportunidades laborales con escasas lo que ocasiona altas tasas de desempleo y como alternativa las personas optan por el empleo informal que es un trabajo de baja calidad dado que no cuenta con prestaciones sociales como salud y pensión; en ese orden de ideas, las personas laboraran a lo largo de su vida sin garantías para la vejez y están más expuestas a la pobreza”, afirma Botello.
Agrega que sin bien la pobreza es el principal obstáculo para el desarrollo de las sociedades, el desarrollo es más que la superación de la pobreza.
Y es que entre las muchas malas noticias que la pandemia ha dejado en el espectro económico de las personas, una de las más complejas tiene que ver con el impulso que la crisis le dio al avance de la pobreza y la pobreza extrema.
“Con el escenario que vemos actualmente en la ciudad se pueden incrementar y prolongar los niveles de pobreza. Antes de la emergencia sanitaria la pobreza monetaria en la ciudad venia aumentando desde 2016 contrario a la tendencia descendiente del país, y con la emergencia sanitaria se posicionó como una de las ciudades con la tasa más alta de pobreza”, cuenta Botello.
Así mismo reconoce que no necesariamente el crecimiento económico se traduce en más empleo y reducción de la pobreza, ya que depende de cuál sector será el que crezca o impulse la economía.
“En Cúcuta apenas se están recuperando los empleos y las condiciones que habían antes de la emergencia sanitaria, y aunque es deseable la recuperación de las condiciones previas ya que después de la crisis estas se agravaron, las condiciones de antes ya eran por si mismas preocupantes, altas tasas de desempleo, informalidad y pobreza”, recuerda el académico.
Botello propone un proceso de planificación del desarrollo de largo aliento que trascienda más allá de un plan de desarrollo de solo cuatro años. “Es necesario un cambio estructural desde diversos frentes para lograr un impacto contundente”, sostiene.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion.