Sofía no puede quedar como otra víctima más de las horrendas acciones criminales de carácter feminicida en Colombia, agravadas por ser desatadas contra una menor de edad, en un estremecedor hecho que hoy tiene indignados a los colombianos.
Sin duda que estamos perdiendo tiempo para que procedamos a discutir estrategias y políticas que aborden la violencia infantil, que según Medicina Legal entre enero y agosto de este año registra 375 homicidios de menores de edad, mientras que el Bienestar Familiar ha atendido 70.302 casos, de los cuales 11.085 corresponden a ataques de tipo sexual.
Además, tampoco puede ser posible que gracias al vencimiento de términos -considerado el mejor abogado de los delincuentes- un depredador sexual y asesino en potencia estuviera suelto por las calles, para tiempo después perpetrar este crimen.
Ahí debe de estar puesto uno de los focos de la tan mentada reforma a la justicia, precisamente para que el sistema penal lleve a cabo las actuaciones procesales dentro de los tiempos previstos, que bien podría ser con descongestión de los despachos, mayor personal especializado y revisar si este asunto debería cobijar o no a los señalados de delitos como violación a menores de 14 años.
El corazón está compungido por lo ocurrido con Sofía, pero el mejor homenaje que se le puede hacer en este momento es que los magistrados, los jueces junto con la Corte Suprema, el Ministerio de Justicia y la Fiscalía actúen para cerrar ese boquete por el que se les abren las rejas a peligrosos delincuentes como los que atacan a niñas y niños.
La sociedad colombiana está hoy adolorida porque seguimos asistiendo a temibles hechos como el de la pequeña cuya vida fue segada por alguien que actúa de manera tan monstruosa.
¡Ni una mas! ¡Con nuestras niñas no se metan! ¡Su vida es sagrada!, es lo que hoy dictan los corazones destrozados, en un sentimiento que no debe nublarnos sino tomar urgente nota de otro hecho que se oculta detrás de esta clase de crímenes.
Estamos hablando de que por nuestras calles podrían estar deambulando más Garavitos en potencia (como el asesino múltiple de niños), puesto que Brayan, el asesino de Sofía, reconoció en la audiencia haber estado involucrado en otro caso de abuso sexual a una menor.
Situaciones como esas y las de los acosadores, violadores y abusadores de menores, los explotadores sexuales infantiles al igual que pederastas y pedófilos, deben de ser evaluados desde los puntos de vista psicológico, psiquiátrico y sociológico, para hacer un diagnóstico a nivel de país, tanto para tomar acciones preventivas, educativas y de sensibilización de las poblaciones en riesgo.
Tampoco, y eso sí ni por equivocación, la justicia colombiana puede llegar a negociar rebajas de penas con quienes incurran en crímenes como el que hoy sacude la ciudadanía, porque ese mensaje equivocado podría hacer que nos vieran como un país complaciente con quienes incurren en este tipo de atrocidades.
Otro dato que nos debe sensibilizar es el dado a conocer por la Procuraduría sobre unos 15 feminicidios de menores, quienes a pesar de tener una especial protección derivada de la Constitución, en la práctica están absolutamente desamparados frente a diversos factores que amenazan sus derechos, su libertad y su vida.
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