18.677 es la nueva cifra que nos debe llamar a la reflexión sobre las profundas heridas que el conflicto armado deja en Colombia, la cual se refiere en este momento a los menores de edad que fueron víctimas del reclutamiento forzado por parte de la antigua guerrilla de las Farc.
Así como 6.402 prácticamente se convirtió en una marca para referirse al espantoso episodio aún no cerrado de los falsos positivos en Colombia, el dato arriba señalado debe llegar a convertirse en lo mismo, para que ni lo uno ni lo otro vuelva a ocurrir en nuestro martirizado país.
Lo más doloroso es saber que Norte de Santander tuvo una lacerante cuota en ese crimen de guerra perpetrado por las desmovilizadas Farc y que en este momento es objeto del proceso de imputación de cargos en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) a seis exjefes de ese grupo alzado en armas.
El tribunal transicional tomó la que en su momento se denominó ‘operación Berlín’ basada en las voces de las víctimas sobrevivientes para reconstruir el caso que ilustra de forma más completa el reclutamiento de niños y niñas a manos de las Farc-EP y la gravedad de las violencias asociadas a la vida intrafilas.
Se trata de la llamada operación Berlín, una acción militar ejecutada entre el 19 de noviembre de 2000 y el 5 de enero de 2001 en los límites entre Santander y Norte de Santander. Estos hechos están relacionados con la columna móvil Arturo Ruiz de las Farc, en donde la Sala documentó la presencia de, al menos, 201 niños y niñas, incluso menores de 15 años, que equivalían a una tercera parte de sus miembros.
En relación con la creación de esta subestructura se encontró la participación de altos mandos de las Farc, incluso del secretariado. Por hechos tan degradantes y que violan el mismo Derecho Internacional Humanitario, es que debe reclamarse una acción contundente por parte de la JEP, porque hoy en día reclutar niños para la guerra continúa siendo una práctica a la que acuden los actores armados ilegales, con una tendencia hacia el crecimiento.
Tiene la JEP la oportunidad de oro para convertirse en un jugador que entre a ponerle el freno jurídico a esta práctica criminal en la cual se le cercenan todos los derechos a los menores que son obligados a empuñar un fusil en lugar de dejarlos que vayan a la escuela o la universidad.
Y la manera de enviarles el mensaje a la guerrilla del Eln, a la disidencia de las Farc y al Clan del Golfo, es actuando con contundencia contra los involucrados de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, aplicando verdadera justicia y determinando fuertes acciones de reparación a las víctimas, verdad y compromiso de no repetición.
De lo contrario, si la impunidad persiste frente al reclutamiento y los delitos que se dieron durante el mismo como las violencias basadas en género, tratos crueles, torturas, homicidios y múltiples sufrimientos y daños que permanecen en la actualidad, la realidad es que estamos frente al peligro inminente de perder la batalla.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion