Producto del acuerdo de paz con las Farc, Tibú fue uno de los territorios escogidos para la instalación de lo que se llamó Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, instalado en la vereda Caño Indio, ahora tendrá protagonismo.
El municipio tibuyano, donde los grupos armados ilegales han campeado a lo largo del tiempo, tendrá protagonismo como sede de la mesa de diálogo del Gobierno Nacional con la disidencia del Estado Mayor Central de esa guerrilla.
Más que los flashes y el protagonismo de quienes vengan a sentarse a este nuevo intento de paz, como por ejemplo Iván Mordisco, jefe de esa estructura que no acató lo pactado con el Estado colombiano, en 2016, durante el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, lo trascendental son los hechos y la aclimatación de la paz en este territorio, en el departamento y en la misma Cúcuta.
El domingo 8 de octubre es la fecha prevista para esta segunda oportunidad de conversaciones con la facción disidente, que según las partes incluirá un cese del fuego y el acuerdo de respeto a la población civil.
Pero otra vez, los bombazos estremecieron el panorama como lo ocurrido en Suárez (Cauca), que fue precisamente donde se acordó que Norte de Santander fuera escenario de esta etapa de búsqueda de la paz con dicho grupo. En Timba, estalló un carro-bomba dirigido contra la estación de Policía, dejando dos víctimas mortales, entre ellas una educadora.
Esto es lo que la gente no entiende, puesto que se supondría que si el Estado tiende la rama de olivo para unos diálogos, al menos el oponente armado, en contraprestación, tuviera un gesto de conciliación y generador de confianza, deteniendo esta clase de acciones, momentos después de hacer esa clase de anuncios.
Sin embargo, en este campo del conflicto armado existe una especie de línea de conducta en donde el grupo que procede a sentarse a negociar, siempre quiere llegar haciéndose sentir fuerte y no debilitados militarmente ante el Gobierno.
Esto obedece a que históricamente antes de iniciar una mesa de diálogo o negociación siempre hay una arremetida de esos grupos, como ocurrió con las antiguas Farc y ha pasado con el Eln, como forma de mostrar fuerza y llegar fortalecidos a la mesa de negociación, es la explicación de Andrés Cajiao, investigador el área de Conflicto y Violencia Organizada de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
La expectativa es grande en la región porque dicha disidencia de las Farc ha ejecutado aquí acciones terroristas de gran impacto como el ataque al helicóptero en que viajaba el entonces presidente Iván Duque o los atentados con explosivos contra el aeropuerto, todos en Cúcuta.
Y en Tibú se le recuerda, por ejemplo, con la ejecución de dos menores de edad señalados por robar y de los patrullajes en pleno casco urbano y la foto que se tomaron algunos disidentes fuertemente armados al frente de la Alcaldía.
La ciudadanía nortesantandereana espera que haya real compromiso de cesar esas acciones contra la población civil y que el cese del fuego sea real y haya un mecanismo para que los enfrentamientos contra algún otra organización enemiga en la región o en el país, no termine en confinamientos, desplazamientos o en la consolidación territorial. Es decir, que la tregua sea real y no a medias, incluyendo la cesación de hostilidades.
Para Norte de Santander, como lo dijera Luis Fernando Niño, consejero departamental de paz, lograr tener realmente comprometidos al Eln y a la disidencia de las Farc con un cese del fuego verificable por la OEA y la ONU significaría un alivio para elecciones y para los habitantes afectados por la inseguridad y la violación de sus derechos.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion .