Ni matrimonio infantil ni uniones tempranas podrán volver a darse en Colombia porque las menores de edad son niñas y no esposas, determinación que le pone término a una práctica perjudicial con graves consecuencias para la niñez.
Es tan riesgoso, que la Unicef considera que se trata de una amenaza a las vidas, el bienestar y el futuro de las niñas.
Si bien la frecuencia se ha reducido en todo el mundo —de 1 de cada 4 niñas que se casaban siendo niñas hace diez años, a aproximadamente 1 de cada 5 en la actualidad— el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia considera el matrimonio infantil como una práctica generalizada.
Al estar las menores que contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años en mayor riesgo de sufrir violencia doméstica, la ley que aprobó el Congreso de la República se constituye en una gran oportunidad para proteger a las niñas de esta clase de hostigamiento en su contra.
Al sellarse la puerta para más matrimonios o uniones de hecho con niñas de 13, 14, 15 o 17 años, por ejemplo, queda blindado el disfrute pleno del derecho a la educación y se pueden disminuir los niveles de deserción escolar, al acabarse un lamentable factor generador como ese.
Para que no vaya a quedar duda alguna ni resquicios por donde de pronto se intente violentar la nueva norma, del Código Civil desaparece el permiso para que niños y niñas mayores de 14 años se puedan casar con el consentimiento de los padres.
Son niñas no esposas tiene que entrar a hacer parte de la pedagogía en los colegios, universidades e instituciones técnicas, para concienciar a los estudiantes sobre esta legislación que les protege sus derechos y les garantiza el bienestar y el pleno desarrollo.
Muy bien lo advierte Unicef cuando afirma que las expectativas económicas y de salud de una menor de edad casada son peores que las de las niñas que no se casan, lo que a la larga se transmite a sus propios hijos y socava aún más la capacidad de un país para proporcionar servicios de salud y educativos de calidad.
Otros dos puntos en contra de este tipo de relaciones maritales, es que con frecuencia las niñas casadas se quedan embarazadas durante la adolescencia, lo cual incrementa el riesgo de sufrir complicaciones tanto para ellas como para sus hijos y a lo anterior se suma que esta práctica también puede aislar a las niñas de su familia y sus amistades, así como restringir su participación en su comunidad, de modo que su bienestar físico y psíquico se ve gravemente afectado.
En los debates se conoció que Colombia ocupa el puesto número 20 en cuanto al número de niñas casadas o unidas antes de los 15 años, hecho que de lejos ratifica que sí era urgente actuar para ponerle una fin a este tipo de uniones que estaban favorecidas desde 1887 en el ordenamiento legal colombiano.
Y si lo anterior fuera poco, hasta 2015 se calcula que por lo menos una de cada cuatro mujeres en Colombia se había contraído matrimonio antes de cumplir los 18 años.
Para apreciar la magnitud de los problemas generados por esa clase de unión en el país, la siguiente y cruda descripción de la congresista Jennifer Pedraza lo resume todo: “el matrimonio infantil había generado -lamentablemente-un mercado de niños y niñas, quienes eran usados como moneda de cambio para ganado, recursos, lotes y otras transacciones.
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