El compositor vallenato Rosendo Romero había llegado a Cúcuta procedente de Pamplona. Allá se había presentado el Binomio de Oro, una semana antes, en un compromiso adquirido como antesala al cierre de una gira exitosa que inició en Venezuela.
Rosendo, hermano del acordeonero Israel ‘El Pollo Irra’ Romero, venía acompañando a la agrupación musical para aprovechar y promocionar una revista que había editado con sus composiciones y de paso repartía afiches del conjunto vallenato que estaba en furor en ese momento.
En Pamplona hubo lleno total. “Era una histeria colectiva. La gente deliraba y coreaba las canciones a pesar del inclemente frío”, recuerda el poeta de Villanueva, quien aún se le arruga la voz a punta de soltar el llanto cuando evoca al considerado cantante del vallenato romántico. “Ese día en Pamplona le hice una fotografía a Rafael Orozco que cantaba en el parque central y extrañamente quedó transparente. Es decir, a través de Rafa se veía el público de fondo. No se si quedó superpuesta, pero él estaba cantando con los brazos abiertos y su cuerpo no tapaba el público. Una foto que me hizo sentir muy mal”.
El sábado 6 de junio se programó el toque en Cúcuta. “Me vine con mi hermano Norberto en bus y nos atracaron. Me robaron, incluso hasta un reloj promocional de Franco de Vita. Fue un atraco de película”.
El grupo llegó primero a Cúcuta y hasta jugó un partido de fútbol en Los Patios. Y en pleno encuentro deportivo pasó una caravana fúnebre que llamó la atención del cantautor Rafael Orozco. “Dios como matan a la gente así”.
Rosendo alistó afiches promocionales y se trasladó hasta el hotel Bolívar donde sería la última actuación de Orozco. Esa noche todo el conjunto se vistió de traje entero blanco con camisa negra. En la tarima a Rafael le brillaban los ojos de felicidad. La gente no bailaba sino que se quedaba parada moviendo los brazos arriba y coreando “Qué será de mi vida sin ti”, “Solo para ti”, “Relicario de besos”, “El higuerón” y todo el repertorio que lo había hecho ganar Disco de Oro, Premio Mara y Guaicaipuro de Oro.
“Vi más gente que en Pamplona. Era un delirio. Fue una noche fantástica. La gente estaba feliz de tener la agrupación. Durante todo el tiempo Rafa se mostró contento con la gente. Rafael Orozco se llevó a su tumba un recuerdo hermoso de Cúcuta por el espectáculo. Estaba agradecido con el público”.
Al día siguiente Rosendo Romero regresó a Barranquilla. Y el conjunto viajó aparte también. Isreal Romero se quedó en Cúcuta esperando abordar avión para Bogotá porque no había vuelo directo a Barranquilla.
Rafael Orozco llegó a Barranquilla tres días después porque sus hijas prepararon una fiesta de fin de semestre.
Rosendo vivía en ese momento arrendado en una habitación de una pintora. En el segundo piso del apartamento vivía la poetisa Margarita Galindo. Ese día, 11 de junio, como a las 10 de la mañana “ella me grita por la ventana Rosendo mataron a Rafael Orozco. Y le contesté: estás loca, cómo me dices eso. Ella bajó y me mostró la fotografía donde se veía baleado. No se lo que sentí en ese momento. Fue horrible. Me fui para la funeraria Siglo XX y el tumulto de gente era tal que veía imposible ingresar. Pero alguien me reconoció y me agarró fuerte por el cuello y empezó a empujarme de manera brutal. Hasta que llegué cerca al féretro. Ahí estaban Juan Piña y Clara Elena Cabello, su esposa, llorando”.
Rafael Orozco fue asesinado a las 9:45 de la noche de ese 11 de junio, cinco días después de actuar con su agrupación en Cúcuta. Alfonso Ariza De la Hoz y Francisco Javier Corena, ayudantes de la agrupación musical de Diomedes Díaz, llegaron a su casa solicitándole prestados unos instrumentos musicales y dinero. Orozco los atendió en la terraza de la casa para no interrumpir la fiesta cuando recibió los disparos que le quitaron la vida.