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Sábado, 11 de Junio de 2022

Habíamos mencionado anteriormente que en 1935, por iniciativa oficial, había abierto sus puertas el Colegio Cúcuta, una institución educativa exclusiva para señoritas, en una época donde poca atención se le prestaba a ese género. No fue el primer colegio de esta modalidad, toda vez que las Hermanas Dominicas de la Presentación, se habían establecido a finales del siglo XIX, venciendo todas las dificultades que se les presentaron y logrando que en 1923, la Asamblea Departamental expidiera una Ordenanza declarando como colegio semioficial al Colegio de la Presentación.

Con el advenimiento de la “República Liberal” y la asunción a la presidencia del presidente Alfonso López Pumarejo, las políticas educativas presentaron giros notables a raíz de la famosa reforma educativa propuesta en 1932, la cual permitió una mayor cobertura, en especial para la población de menores recursos. Fue en el año en mención que se produjo la primera gran expansión educativa en el país y en particular en la ciudad, pues además del mencionado nuevo Colegio Cúcuta, el Colegio de La Presentación retomó su carácter de privado, con lo cual, partir de ese momento habría una oferta educativa exclusivamente femenina en dos instituciones locales, una con orientación religiosa y otra laical.

Muchas innovaciones fueron presentadas en el Colegio Cúcuta, que tenía el deber de demostrar que sus propuestas académicas eran tanto mejores o por lo menos similares a las de los colegios regentados por religiosos. Por esta razón, una de las novedades que presentaba el colegio era una dirección plural conformada por las profesoras Soledad Reyes Gutiérrez, Marina Mejía y Ofelmina Gómez, quienes se dieron a la tarea de implementar una serie de actividades inéditas en el medio y que propenderían a desarrollar el intelecto y las habilidades cognitivas de las alumnas y una de ellas fue precisamente el “Concurso de Redacción”.

Veamos a continuación los argumentos que fueron presentados por las directoras, para explicar las razones de tal recurso. Esto dijeron en la presentación del concurso: “… los medios que la educación moderna tiene a su alcance para mejor perfeccionamiento, son innumerables, no obstante, para que todos sean puestos en acción y den los rendimientos que exige toda iniciativa, es preciso como elemento primordial la expresión oral o escrita. De aquí que para estimular la cultura intelectual de las educandas, se haya establecido en las clases de Castellano, una serie de concursos, redacciones en las cuales pondrán ellas de relieve las nociones que han recibido acerca de la expresión escrita. Son composiciones sencillas, es verdad,  pero en ello hay gran esfuerzo de su parte, pues se trata de un primer año de energías hacia su mejoramiento integral. Dichos concursos se establecieron de la siguiente forma: las alumnas reciben el tema dado por la profesora, lo desarrollan y firman con un pseudónimo adoptado por ellas, lo entregan en un sobre cerrado dentro del cual, en otro sobre, se encuentra su nombre correspondiente. Luego que hayan sido revisados los trabajos y elegido el mejor,  se abren los sellos en presencia de las alumnas para saber a quién corresponde el pseudónimo premiado”.

En la reunión en la que fue presentado el primer éxito del concurso, las directoras les dijeron a los asistentes, que el resultado había sido maravilloso, pues no quedaba duda que en los siguientes, cada una de las alumnas procurará ser la primera y enseguida se presentó el trabajo que había ocupado el primer lugar, llamado “Influencia de la Mujer en el Progreso de un Pueblo”.

Este trabajo, el primero en ser galardonado, fue escrito por la alumna Aura María Moncada es el siguiente: “… La mujer, sea cual fuere su posición social, puede llegar a ser útil a su familia, a la sociedad y a la patria y por tanto contribuir a su progreso y adelanto.

En mi humilde concepto, el mejor medio de que debe valerse una mujer para aportar su contingente en el progreso o adelanto de un pueblo, se funda en el interés que tome por su cultura intelectual, física y moral. ¿Y esta cultura en dónde se podrá conseguir?

Allá, bajo el techo sagrado de un establecimiento instruccionista. Allá donde se transita por el bello sendero de la ilustración y la ciencia. Allá donde pasamos la edad más feliz de nuestra infancia, bajo la dirección de ángeles que nos guardan y nos inculcan sentimientos puros. Allá donde se empiezan a despertar nuestras inteligencias a la luz de la ciencia, como el despertar del alba a la luz de un nuevo día. Esa luz que destierra la oscuridad de la ignorancia como la oscuridad de la noche con la presencia del astro rey.

Eso es lo que se proponen los establecimientos de educación femenina con dar a la mujer una mayor cultura intelectual. El departamento de Norte de Santander no se queda atrás; veamos el entusiasmo que ha tomado por la educación de la mujer, fundando un número crecido de escuelas para que ni en los rincones más apartados falte semilla que fructifique. Yo, que tengo la dicha de contarme como alumna del nuevo plantel fundado este año por la Dirección de Educación Pública, puedo decir que sólo hasta ahora empiezo a edificar las bases de la muralla de la ciencia, por medio de las ideas sanas y precisas que nuestras dignas superioras procuran a cada momento inculcarnos.

El progreso de un pueblo no está solamente en manos del hombre; está también en las nuestras si aprovechamos el tiempo de nuestra juventud, si cultivamos hoy para cosechar mañana siendo útiles a la patria porque ella necesita de nosotras; está en peligro y nos reclama apoyo.

La delicadeza de sentimientos femeninos unida a la cultura intelectual y la física, formará mujeres fuertes, capaces de sobresalir un día como bienhechoras de la humanidad.

Bien sabido es que…”educar a la mujer es trasformar el mundo”.

Con este escrito, se dio inicio al programa que perduró, por lo menos con éxito, durante el primer año lectivo del Colegio Cúcuta, que años más tarde pasó a ser regido por la congregación de María Auxiliadora y trasformado en Normal Superior y manteniendo su condición de colegio femenino.

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