Desde el ‘renacimiento’ de la ciudad, luego del Terremoto de 1875, el auge emprendedor de los cucuteños se manifestó con el desarrollo de grandes empresas, siendo sin duda, la más importante, el Ferrocarril de Cúcuta. Mucho se ha escrito sobre ella y esa es la razón por la cual me había abstenido de hacerlo, considerando que gran parte de su historia ha sido contada y por tanto, disminuido su interés.
Sin embargo este hecho no le resta atractivo, toda vez, que para las actuales generaciones sigue siendo interesante conocer su evolución y los motivos que llevaron a su desaparición en momentos en que este tipo de movilidad está retomando aliciente por las múltiples ventajas que presenta en términos de economía y versatilidad pero especialmente por sus ventajas ecológicas.
La historia relata que la ciudad, de por sí mediterránea, requería de una alternativa que le otorgara facilidades de salida al mar y lo más cercano era el Lago de Coquivacoa al que podía accederse fácilmente por vía fluvial utilizando las agua del río Zulia. Dice el historiador Rafael Eduardo Ángel, que la necesidad más sentida por los habitantes de los valles de Cúcuta, era poder sacar sus productos a los mercados entonces existentes y por esa razón propusieron la construcción de un “camino carretero”, opción que se constituyó en la génesis de la compañía que posteriormente pusiera en marcha el tan esperado “ferrocarril”.
Fue así como en una reunión de la Junta Directiva de la empresa del mencionado “camino carretero”, el que tomó el nombre de Camino de San Buenaventura surgió la idea de construir un ferrocarril utilizando la calzada de ese “camino”; escenario que se presentó días antes de la ocurrencia del terremoto.
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Por fortuna para la región, el Congreso de la República, dentro del paquete de ayudas para la recuperación de la ciudad, expidió la Ley 26 de octubre de 1876, en la cual se aprobaba la construcción del ferrocarril hasta el sitio de Puerto Santander, trayecto que fue inaugurado el 30 de junio de 1878 construido en un tiempo récord de 18 meses, pero la primera locomotora recorrió los rieles seis meses después, el 27 de noviembre.
Por la misma época anterior al terremoto, nos cuenta el ingeniero Virgilio Durán Martínez, que entre la población cucuteña, en razón del vertiginoso progreso que se venía presentando, había nacido la vocación ferrocarrilera que aún se mantiene si se tiene en cuenta el proyecto de resucitación del ferrocarril de Cúcuta, particularmente en su línea Norte, la primera construida en sus inicios.
Finalmente y para resumir, la obra se financió con los aportes de los accionistas y un crédito de la firma alemana asentada en la ciudad ‘Minlos Brewery & Cía.’ por valor equivalente a $36.000, a un año de plazo y una tasa de interés del 1.5%. Puesta en marcha la actividad transportadora de la Compañía y con el transcurrir del tiempo, según lo propuesto en un comienzo, se pensó en construir cuatro líneas férreas, una cada dirección geográfica, lo cual no pudo concretarse por razones de diversa índole.
En definitiva se construyeron sólo tres de ellas, la primera entre 1888 y 1960, hacia el norte partiendo de la Estación Cúcuta, en una longitud de 39 kilómetros; la línea Sur, que se proyectó hasta la ciudad de Pamplona pero alcanzó hasta El Diamante y tuvo 43 kilómetros de longitud; comenzó a construirse 1924, tras presiones ejercidas por las fuerzas vivas de Pamplona y con la intención de conectarla con el interior del país.
La línea de la Frontera, la segunda en construirse, en 1893, estuvo en funcionamiento durante 40 años hasta la construcción de la carretera que unió la capital del departamento con las ciudades vecinas de San Antonio y Ureña. Tuvo una longitud de 16 kilómetros. Dos hitos importantes obtuvo la Compañía del Ferrocarril de Cúcuta.
El primero de ellos, fue su empalme con su similar del Táchira, logrado mediante acuerdo firmado entre la dos empresas, el 13 de septiembre 1923 y aunque solamente fue inaugurado en el mes de julio de 1926, la primera locomotora venezolana ya había ingresado a territorio colombiano, por el puente Unión, en la población limítrofe de Bocas de Grita en marzo de ese mismo año. Históricamente se cataloga esta alianza como el primer Ferrocarril Internacional de América.
El segundo hito, fue la construcción del Tranvía de Cúcuta, en1887, en un hecho que se constituye, para orgullo de los cucuteños como la primera ciudad del país en desarrollar un sistema de transporte masivo, en un tiempo en que este concepto, ni siquiera se mencionaba. De modo que fue esta ciudad la primera en movilizar, tanto pasajeros como mercancías entre sus puntos geográficos extremos, esto es entre las estaciones Norte y Sur.
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Esta circunstancia ayudó a las autoridades nacionales en establecer la condición de Puerto Terrestre.
De gran importancia resultó para el comercio exterior de la ciudad y en general del país, el empleo del tranvía, pues las principales casas comerciales afincadas en la localidad y filiales de las grandes comercializadoras alemanas e italianas, además de las domésticas y luego las que fueron desarrollándose con la inmigración sirio libanesa, se beneficiaban de las facilidades que les otorgaba el tranvía en el recibo y despacho de sus productos ya que los vagones podían realizar embarques y desembarques frentes de sus negocios con las correspondientes economías que ello representaba.
El tranvía permaneció activo ofreciendo sus servicios hasta comienzos de 1941, cuando por autorización del Concejo de la ciudad se autorizó el levantamiento de los rieles para dar paso a las obras de pavimentación de las calles. En la próxima entrega, se relatará la segunda de las grandes empresas y tal vez la de mayor trascendencia en la vida regional: la compañía de explotación petrolera Colombian Petroleum Company lo que traducida se lee como Compañía Colombiana de Petróleos.
Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com
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