Para los familiares de José Manuel Ochoa Flórez han pasado once largos años desde que salió en un taxi desde su casa en el barrio Los Almendros, con destino a Puerto Santander donde laboraba como auxiliar de odontología.
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“Ese día, un 14 de enero, él madrugó a las 4:00 de la mañana. Lo recogió un señor que era de confianza de José Manuel”, indicó una hermana de Ochoa.
La familia hasta la fecha no ha recibido una sola prueba de supervivencia, no saben si alcanzó a llegar hasta el casco urbano de Puerto Santander o unos desconocidos lo interceptaron en la carretera que comunica Cúcuta con ese municipio.
Y es que ni el taxi apareció, por lo que se cree que los hombres que se llevaron a José y al chofer usaron ese automotor para huir, sin dejar un solo rastro de su paradero.
Aunque la Fiscalía tiene conocimiento del caso no se ha avanzado en la investigación para esclarecer qué les sucedió al hombre de 33 años y al taxista en 2012.
Preguntan por su padre
La familia se dio cuenta que algo malo le había pasado al auxiliar de odontología cuando pasaron las horas y él no los llamó para decirles que había llegado bien, como acostumbraba hacerlo.
Por el contrario, mientras el reloj seguía con su curso el desespero de los allegados aumentaba, no sabían qué podía haber sucedido, sobre todo por la compleja situación de seguridad que se vivía en ese entonces en Puerto Santander, debido a la presencia de grupos armados.
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El 15 de enero, un domingo, la familia acudió a las autoridades para instaurar una denuncia por desaparición, donde los seres queridos del taxista también hicieron lo mismo para presionar a los investigadores a buscar a los dos hombres.
“Con varios taxistas planeamos una especie de operativo de búsqueda, con fotos de ellos, pegando volantes en postes, hasta que nos dijeron semanas después que habían visto a José Manuel por Ocaña, eso nos devolvió la alegría, pero fue una ‘falsa alarma’”, explicó la hermana.
Una de las cosas que entristece a los allegados es que los cuatro hijos llevan esos mismos once años preguntándoles incesantemente dónde se encuentra su padre, solo tienen algunas fotografías, con las que recuerdan su rostro.
Los relatos sobre la forma de ser, amable y calmada, de su padre se los cuentan su tía, quien cada día sigue esperando a que algún día las autoridades los llamen para decirles que encontraron sano y salvo a su amado hermano.
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