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Un año desde el secuestro de un líder social de Tibú
Rodolfo Galvis habló en exclusiva con La Opinión sobre los 12 meses que vivió de cautiverio.

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Martes, 12 de Septiembre de 2023

Rodolfo Galvis, quien es líder social y duró casi un año secuestrado por el Eln, decidió contarle a La Opinión esa traumática experiencia que vivió y que no ha podido borrar de su mente.


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Este hombre, de 53 años, que fue raptado el 10 de septiembre de 2021, cada noche se hace la misma pregunta: ¿por qué lo secuestraron?, pues él no tiene certeza de si se trató de una confusión o fue una represalia por su labor en varios procesos de restitución de tierras en Tibú.

“El día que me liberaron (5 de septiembre de 2022) unos integrantes de ese grupo armado dijeron que si ellos no me fueran secuestrado, yo ya estuviera muerto, eso me dejó muchas preguntas que hoy en día me quitan el sueño…”, contó Rodolfo.

 

El amargo secuestro

Esta historia inició el 8 de septiembre del 2021, cuando el líder social tenía una reunión en el casco urbano de Tibú. Por eso él se desplazó desde Cúcuta, pese a que el escolta que en ese entonces tenía por parte de la Unidad Nacional de Protección (UNP) no viajó con él.

“Yo hice un oficio dirigido a la UNP solicitando mayor protección para mi desplazamiento a esa reunión importante, pero no hubo respuesta y el guardaespaldas me indicó que él no viajaría conmigo porque no estaba autorizado”, contó.

Pese a esas ‘barreras’, él tomó la valentía de irse en un bus hasta ese municipio del Catatumbo, donde fue recibido por una lideresa social. Una vez finalizó esa reunión, la mujer lo llevó en su camioneta blindada –parte de su esquema de seguridad- hasta el frente de la Alcaldía de Tibú.

“Ella muy amablemente me deja montar en su camioneta, porque tiene esquema de la UNP. Yo me bajo en esa zona y camino hasta un hotel que queda a la vuelta. El 9 de septiembre me levanto y espero para irme a Cúcuta al día siguiente (10 de septiembre)”, dijo Rodolfo.

El 10 de septiembre él se montó en un bus, a las 7:00 de la mañana. Minutos después se bajó para la vereda Ambato, caminó hasta una finca suya para hablar con un vecino sobre unos linderos que estaban mal puestos.

Hacia las 10:00 de la mañana, él sale de la finca y mientras caminaba, fue interceptado por un hombre de contextura delgada, cabello corto, que además se desplazaba en una motocicleta.


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Esa persona le apuntó con una pistola a Rodolfo y le dijo que se subiera en la moto, que unas personas tienen que hablar con él. Pero en ese momento, él tuvo la viveza de quitarle el arma, por lo que ambos comenzaron a forcejear.

“Yo estaba cansado de la caminata, por lo que el muchacho fácilmente me tumbó e hizo unos disparos al aire. En ese instante salieron unos nueve hombres armados con fusiles de una zona boscosa, que me dijeron que me fuera con ellos. Me amarraron y me pusieron a caminar por varias horas”, recordó el líder social.

Los 12 meses que él estuvo en cautiverio, los resume en un constante cambio de campamentos, entre la zona rural de Tibú y Venezuela. Él estuvo encadenado de pies y manos y fuertemente custodiado.

Recuerda que en varias oportunidades le preguntaron por los datos personales de 10 personas que dieran fe y testimonio de que él si era un líder social, además de que lo interrogaban para que él ‘cayera’ en su supuesta fachada.

 

El anhelo de libertad

Rodolfo recuerda con algo de nostalgia que días antes de su liberación, nadie le avisó, solamente le explicaron que lo habían investigado detalladamente y él no era una mala persona.

Por eso, el 5 de septiembre le dijeron que se cambiara de ropa, lo desencadenaron y, luego, lo montaron en un carro.

“Ese carro se varó a mitad de camino, por lo que me llevaron en una moto hasta el lugar donde me esperaban los representantes de la Personería de Tibú, la Iglesia Católica y unos guerrilleros, me entregaron y rápidamente me reencontré con mi familia”, dijo Galvis.

Y añadió que el secuestro es una experiencia dolorosa, que denigra al ser humano, pero a él le sirvió hasta para escribir un poema.

“Un lugar a solas con Dios. Era una noche ya muy tarde, sentía como mi alma se desprendía de mi cuerpo,  ¿Digo yo, el estado de la muerte?,  me senté a un lado de mi cama y pareciera que me sostuviera el viento, era un lugar muy oscuro…”, dice parte del poema.


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