La familia de Víctor Anastasio Mendoza Gámez por fin encontró a su ser querido, pero muerto a balazos. Ellos tienen la resignación que al menos podrán darle el último adiós y recordarlo como una gran persona, en vez de seguir buscándolo.
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La familia de este hombre, de 26 años, no tenía una sola pista del paradero de la víctima desde que unos hombres armados, al parecer, del Ejército de Liberación Nacional (Eln) llegaron el 12 de agosto, a la 1:00 de la tarde, hasta la vivienda en la que Víctor vivía con su papá y lo raptaron.
Los rumores de que a Víctor Anastasio se lo habían llevado por la fuerza se hicieron cada vez más fuertes en el corregimiento de Guaramito, zona rural de Cúcuta.
Con el pasar de los días la preocupación del papá, quien toda su vida se ha dedicado a las labores del campo, aumentó al punto que una vez terminaba su jornada de trabajo salía a buscar a Víctor, sin tener resultados.
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La noche del pasado 19 de agosto el padre conoció que habían encontrado el cuerpo de un hombre no identificado, que coincidía con su vestimenta y rasgos físicos. Se trataba de una persona con una camisa azul con blanca, pantalón oscuro, botas de caucho, además tenía tres tatuajes, le faltaba un dedo de su mano derecha y tenía al menos nueve impactos de bala.
El cuerpo estaba tirado en la vereda Llano Seco, a pocos metros de la frontera con Venezuela.
Esos detalles lo convencieron de que se trataba de su hijo y fue hasta la zona donde decían que estaba el cuerpo, pero los empleados de una funeraria ya habían recogido el cadáver para transportarlo hasta Medicina Legal en Cúcuta.
Las marcas en el cuerpo
La familia solo espera que desde Venezuela, el país de origen del occiso, les envíen una constancia de que las huellas dactilares del cuerpo son las de Mendoza, para recibir el cadáver y darle el último adiós.
Los tatuajes que tenía Mendoza Gámez estaban en su antebrazo derecho con el nombre Teresa y otro que decía “Familia, llevo conmigo el ejemplo de mi madre de amor y de mi padre y la compañía de mis hermanos”.
En el antebrazo izquierdo tenía tatuado el nombre Kelly. Además, según los familiares, el hombre tenía las marcas de un disparo en la pierna izquierda, pues había recibido un tiro en Banco de Arena, zona rural de Cúcuta, dos años atrás.
“Él nos contó que estaba en Banco de Arena cuando hubo un enfrentamiento entre guerrilla y paramilitares, él se agachó para no ser alcanzado por una de las balas, pero le pegaron el tiro”, recordó un familiar.
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Incluso en esa balacera también perdió uno de sus dedos y quedó con traumatismos en parte de su mano derecha, que no eran impedimento para trabajar a diario con su padre en fincas, todo para darle el sustento a su familia, en especial a su hija de 4 años y un niño de 5.
Así lo recuerdan
Víctor Mendoza era la única compañía de su padre, vivían juntos y trabajaban mano a mano en el campo. Más que un padre y un hijo eran compañeros que nunca se daban por vencidos o se desesperaban ante las adversidades.
“Era sociable, tenía sus hijos y por las dificultades no tenía mucha comunicación con ellos, pero estaba pendiente. Es una lástima que hubiera muerto de esa forma”, comentó una familiar.
Hasta el cierre de esta edición, la familia de Mendoza Gámez espera reclamar el cuerpo y llevárselo para Venezuela, donde le darán el último adiós.
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