Por: Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com
Veníamos diciendo que el 38 del siglo pasado había marcado para la ciudad un hito en cuanto a su progreso y evolución. Aún sin considerar las posibilidades de una guerra que se avizoraba lejana, en Cúcuta las labores cotidianas comenzaban a tener una especial consideración, tanto en el sector público oficial como en el sector privado; por esta razón veremos hoy el desarrollo de algunas actividades que fueron importantes para el crecimiento de la ciudad.
La obligatoria recolección de basuras.
En el año en mención, sólo existían empresas informales que se hacían cargo de la recolección de las basuras en el perímetro urbano de la ciudad, sin controles que permitieran evaluar su eficacia en el tratamiento de los llamados hoy residuos sólidos, que para entonces se constituían en el medio más favorable para la multiplicación de la mosca casera, que era, según lo establecía la Unidad Sanitaria de Cúcuta, “el agente activo y eficaz para la propagación de la fiebre tifoidea, la disentería, la tuberculosis y otras enfermedades”.
Ante esta situación, el Concejo había expedido el Acuerdo 10 de 1938, que establecía el aseo urbano y por lo tanto, la obligación de las autoridades de velar por la salud de los habitantes y de hacer cumplir las disposiciones legales vigentes. Para entonces, la ejecución, vigilancia y control, en materia de Salud Pública estaba en cabeza de la Unidad Sanitaria, entidad que expidió la Resolución 8 del 26 de abril de ese mismo año, en la cual “se declaraba como obligatorio para todos los habitantes de las casas de la ciudad, desde el primero de mayo siguiente, la recolección de basuras, desperdicios, etc. en recipientes adecuados”. Según la Resolución, estos recipientes deberán tener las siguientes características: como mínimo 60 cms. de alto por 40 cms. de diámetro con tapa y agarraderas. Las empresas que quisieran prestar el servicio de recolección estarán ‘supervigiladas’ por la oficina de Sanidad y las empresas de aseo existentes podrán seguir funcionando, pero sometidas a las normas y a la vigilancia de la oficina de Sanidad. También se establecía el lugar de cremación, hoy traducido a la ‘disposición final’ pero sin ‘cremación’, también prohibida. La misma disposición establecía que “a los habitantes que se le encuentren basuras en sus casas, por no hacer uso del servicio del aseo urbano, serán sancionados con multas sucesivas de $1.00 a $5.00 y el doble en caso de reincidencia y las personas que fueren sorprendidas por las autoridades, botando basuras en las calles o callejones dentro del perímetro urbano de la ciudad serán sancionadas con multas de $1.00 por la primera vez y del doble en caso de reincidencia”. Finalmente, la vigilancia del cumplimento, tanto del Acuerdo Municipal No. 10, como de la Resolución No. 8, ambas de 1938, quedó a cargo de la Policía y de las autoridades de higiene. La Resolución lleva la firma del Director de la Unidad Sanitaria, el doctor Rafael Lamus Girón.
Visitas a las unidades de salud públicas.
Una de las actividades más comunes por parte de los comunicadores, eran las visitas a las entidades de salud, no solamente para conocerlas, sino para informar de sus bondades, y en muchos casos, para ilustrar a la sociedad sobre sus beneficios y aclarar muchas dudas que en torno a ellas se pregonaban, de manera caprichosa y superflua.
En esta ocasión, le correspondió a don Manuel Villa Valero, narrar sus experiencias en las visitas que efectuó a dos de los organismos de salud más populares, conocidos y necesarios para garantizar la salud de los pobladores de la ciudad. En primer lugar, el Departamento Antituberculoso y de Rayos X del Hospital San Juan de Dios; una obra que según sus comentarios, “verdaderamente interesante, que viene a llenar un vacío en los servicios, hasta ayer deficientes en nuestra capital. En primer lugar se encuentra la sala de espera, dotada de los muebles necesarios, muy decentemente presentados y junto a ésta, un pequeño reservado con su servicio higiénico completo”. Además, detalla el procedimiento que siguen quienes utilizan el servicio: “el enfermo pasa a la sala llamada de estadística, en donde se lleva a cabo una rigurosa anotación de las condiciones del paciente, tales como su procedencia, su estado físico y demás datos que el caso requiera”. Acto seguido, en la sala de examen médico, se aprecian todos los e lementos lujosamente diseñados para la práctica de los exámenes; se trata de un moderno aparato de Neumotórax artificial, que es la última palabra en el tratamiento de enfermedades pulmonares, hoy indispensable en toda clínica moderna para su diagnóstico.
A continuación, se observa el salón de laboratorio para el revelado de las placas radioscópicas o mejor dicho, de las fotografías interiores del organismo; allí como en el gabinete de un fotógrafo se revelan las placas sensibles hasta en un tamaño de 60 cms. en cuadro.
Continuando con la detallada descripción del lugar, sigue diciendo don Manuel Villa Valero, que antes de entrar a la sala de los aparatos, hay una de preparación individual en donde el paciente es instruido acerca del procedimiento a seguir y cómo comportarse durante la toma del examen. Una vez en la sala, el paciente es acomodado según los requerimientos del médico tratante, esto es, de pie o acostado, de manera que el galeno podrá diagnosticar con precisión la enfermedad del paciente como se hace en cualquier clínica de la capital o incluso de Europa.
Ya para terminar el recorrido por esta unidad, elogia la meritoria labor de su director el doctor Rafael Lamus Girón quien es el iniciador de esta obra que a pesar de los muchos sacrificios, aún se tienen muchas otras necesidades por resolver y que a pesar de los inconvenientes, ha logrado superarlos en beneficio de la ciudad.
También visitó el Dispensario Antivenéreo, donde son sometidos a tratamientos tanto hombres como mujeres. En la parte alta del edificio hay un gran salón dormitorio donde se alojan los pacientes de enfermedades contagiosas que se encuentran en estado delicado. Una abnegada religiosa de las Hermanas de la Caridad es quien reglamenta y organiza los trabajos del día en esta sección del hospital, siendo este servicio uno de los más necesarios y con este comentario, da por terminada su visita.