El nombre de Lester Toledo sonó con fuerza en Cúcuta, en 2019, cuando el entonces gobierno interino de Venezuela, liderado por Juan Guaidó y respaldado por varios países más, entre ellos Colombia, intentó de manera fallida ingresar ayuda humanitaria a la hermana República. Toledo, quien fungía como diputado de la Asamblea Nacional, era uno de los encargados de coordinar esa misión.
Cinco años después, desde el exilio, Lester vuelve a ser protagonista, pero esta vez en tierras más lejanas: El Salvador. El exdirigente opositor se convirtió en uno de los asesores del reelegido presidente Nayib Bukele y uno de los artífices de la estrategia que permitió que el fenómeno político salvadoreño asegurara su continuidad en el poder.
La Opinión habló con el exdiputado venezolano, quien se refirió a la cruzada electoral que enfrenta el vecino país y las posibilidades de que la oposición finalmente pueda arrebatarle el poder al socialismo. Explicó cuál ha sido el éxito de la fórmula a la que ha apelado Bukele e hizo una radiografía sobre el gobierno de Gustavo Petro y en general, del panorama político regional.
Después de ser acusado de terrorista en Venezuela y coordinar misiones desde Colombia, ¿cuál considera que fue la principal falla del famoso cerco diplomático para restablecer la democracia en el vecino país?
Creo que el gran error tiene que ver con la falta de contundencia en las acciones. En la política de diplomacia y de discursos, de comunicados para demostrar la preocupación por lo que hace Maduro y que eso al final del día no se traduzca en acciones, generó una total impunidad internacional, como lo llamo yo. Es decir, el dictador Maduro sabe que puede tomar cualquier tipo de decisiones, atropellar a la sociedad civil, a la ciudadanía, a los políticos y a Venezuela entera, sin ningún tipo de consecuencias. Esas amenazas y esa política de comunicados no dieron resultados. Creo que la gran falla del llamado cerco diplomático fue no tomar medidas y acciones concretas.
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¿Cómo percibe las conversaciones entre el Gobierno y la oposición venezolana?
Conversar, negociar entre demócratas siempre es positivo. Yo mismo he sido parte del esfuerzo que se ha hecho con el llamado Acuerdo de Barbados, para intentar que la construcción de una transición hacia la democracia se haga por la vía de la negociación en cualquier país. El problema en Venezuela es que no hay un diálogo, no hay una negociación entre dos actores políticos. Tienes una negociación, entre comillas, entre un cuerpo de actores políticos, que en este caso se llama la Plataforma Unitaria, y un segundo bloque que básicamente son criminales. Entonces, tú no puedes negociar de igual a igual con criminales, con gente que ha cometido crímenes de lesa humanidad, con gente que no respeta los derechos humanos, que está sancionada porque tiene vínculos con el narcotráfico, con el terrorismo internacional. Para construir el orden y la democracia hace falta votar, pero de forma masiva y con unas condiciones mínimas, por una salida negociada o una transición democrática, como se ha visto en Chile hace algunas décadas o en otros países, pero yo lo veo complicado, por la naturaleza criminal de los actores del régimen de Maduro.
A pesar de estar en el exilio, usted sigue conectado con la realidad en Venezuela, ¿ve una posibilidad real de cambio en las próximas elecciones?
Sí, la posibilidad de cambio está allí y eso no tiene que ver conmigo o con los demás actores políticos y los partidos, tiene que ver con la voluntad de cambio de la gente y eso es lo más importante. Esa voluntad de cambio no se la va a quitar nadie y es tanta que si se arriesgan a convocar un proceso electoral con unas condiciones mínimas, no tengo ninguna duda de que la paliza sería tan grande, que es imposible desconocer el resultado. Tengo esperanzas de que hay una gran posibilidad.
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¿María Corina Machado sí tiene alguna oportunidad verdadera de llegar a las urnas y ser elegida?
María Corina Machado tiene la fuerza más importante, que es la fuerza de la gente. Es muy difícil detener a millones de venezolanos cuando deciden que quieren cambio. En el caso de ella, millones de venezolanos la ratificaron para que fuera candidata. Ahí necesitamos estar alineados todos: ella como candidata, el pueblo que la votó, los demócratas y la gente que está en el mundo político y la comunidad internacional que ha acompañado el Acuerdo de Barbados, para conseguir que ella sea candidata.
¿Contemplan, sin embargo, un Plan B?
Creo que hablar ahorita de un Plan B o sustituciones, es precisamente debilitar esa opción, porque es entrar en una elección reconociendo que el candidato lo pone Maduro. El Plan B hoy es mantener con fuerza el Plan A.
¿Anticipa una radicalización del gobierno de Maduro en el futuro cercano?
En el futuro cercano no, lamentablemente ya. La dictadura tiene años haciendo eso. Nosotros tenemos 25 años estudiando ese proceso y ya los conocemos. Cuando más tienen miedo, cuando más tienen la salida cerca, deciden radicalizarse. Las últimas semanas han sido horribles; han incumplido el Acuerdo de Barbados, han perseguido a los líderes de la organización Súmate y al comité de primarias; siguen persiguiendo y encarcelando periodistas, jóvenes, gente que viene de la sociedad civil, como la doctora Rocío San Miguel. Ahora han enfilado contra la candidata, obviamente porque le tienen miedo, y han detenido a varias personas de su equipo de trabajo. Hay toda una campaña de psicoterror que se está radicalizando, porque mientras más se acerque la presión para una fecha, está cerca una probable salida de Maduro del poder.
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Considerando una eventual elección de Trump o un gobierno republicano, ¿prevé un endurecimiento de la política y restricciones contra Nicolás Maduro y sus aliados?
Más allá del candidato republicano, demócrata, azul o rojo, creo que hacer lo correcto y la lucha por los derechos humanos no puede tener fronteras, ni política ni ideológicas. ¿Qué aspiró del próximo presidente de los Estados Unidos?, que se ponga a la altura, que esté del lado correcto de la historia. Lamentablemente, y tengo que decirlo con toda responsabilidad, la diplomacia del gobierno de Biden hacia América Latina ha sido deficiente.
'Bukelemanía'
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, lo reconoce como una pieza clave en su nueva victoria. ¿Cuál ha sido su rol específico en la estrategia?
Más allá de ser un fenómeno político, como se le conoce hoy en la región, el presidente Bukele es una persona muy disciplinada, muy organizada y en eso compartimos muchos valores. Mi rol en concreto ha tenido que ver con el tema de organización electoral, la organización política y de estructuras de su partido. Él es una persona muy popular, brillante, que maneja el tema de la gestión muy bien, el tema discursivo y mediático muy bien, pero probablemente lo que le faltaba era un poco de experiencia en tener un partido robusto, bien organizado, estructurado, con conocimiento en la movilización de electores en la defensa del voto.
¿Cuál cree que ha sido la fórmula para combatir el crimen en El Salvador y dejar de ser uno de los países más violentos del mundo?
Creo que lo que los llevó al éxito es que hicieron el diagnóstico correcto. Si tú tienes el país con más pandilleros en el mundo, que tenía en su momento la tasa de homicidios más alta del mundo, tú no puedes tener una enfermedad como el cáncer y pretender curarla con una aspirina. Es decir, si hay un problema grande con los pandilleros, la solución tiene que ser proporcional al tamaño del problema. ¿Qué hizo el presidente?, se puso los pantalones, como dirían en la región, y le dio prioridad a resguardar la vida de los salvadoreños. Lo que ha ocurrido en El Salvador es un milagro, pues que en un par de años pases de ser el país, probablemente, más peligroso y con mayor tasa de homicidios en la región, al país más seguro del hemisferio, es un milagro. ¿Cómo se hace eso?, con voluntad política, con ganas de hacer las cosas, con mano dura.
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¿Y cómo contrarrestan las críticas frente a las acusaciones de populismo y violación de derechos humanos?
Creo que tú no puedes entender el fenómeno de El Salvador si no estás acá, si no entiendes el diagnóstico, si no entiendes lo que sufría la gente, cómo asesinaban, extorsionaban, ponían renta a las personas en la calle simplemente por cruzar de un barrio a otro, de un sector a otro. Eso pasaba acá y si no era con una política de mano dura hubiese sido imposible.
Me llama mucho la atención que hay una campaña en defensa de los derechos humanos, porque pobrecitos los pandilleros que están en las cárceles, pero esas organizaciones, en los últimos 10 años, nunca se pronunciaron para decir, pobrecitas las víctimas de las masacres, las señoras, señores, niños que todos los días asesinaban, decapitaban, que desaparecían. De manera que, el tema de derechos humanos, lamentablemente, para algunas organizaciones de la sociedad ha sido un negocio y un tema de doble moral. Creo que hay que evaluar el proceso de manera integral y no por pedacitos o contando una historia de forma conveniente.
¿Considera exportable el modelo político de Bukele a otras naciones de Latinoamérica?
Hay un continente que quiere cambio. El que no entienda que hay una forma distinta, unos paradigmas distintos de hacer política, pues se va a quedar atrás, en el pasado. Eso aplica para los gobernantes, para los políticos en general. Es decir, la gente cambió ese paradigma, de que si la persona no tiene 60 años y tanta preparación no puede ser presidente, porque ha habido buenos resultados. Está el caso de Novoa (Ecuador), el caso Nayib Bukele, que son gente joven, fresca, que fueron presidentes con menos de 45 años. Pero también el de Boric (Chile), que es igual de joven, pero es izquierda. Entonces, sí hay una tendencia.
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¿Y, es sostenible el modelo de un outsider como el de Milei?
Milei (Argentina) es un outsider que vendió un proyecto económico claro y la gente se lo compró. Bueno, luego lo van a juzgar un par de años por los resultados, pero sí creo que es sostenible en cuanto se den resultados. En el caso de El Salvador nos decían que Bukele no tenía título universitario, la experiencia, que no iba va a poder con un país tan grande y los resultados ahí están.
Colombia
¿Qué opina sobre el gobierno Petro?
El gobierno de Petro es un desastre; una muestra de los resultados que obtiene el pueblo cuando se equivoca. Pensaron que el debate de izquierdas y derechas tenía a la gente un poco casada, pidieron algo distinto y dijeron vamos a votar por el populismo a ver qué ocurre y ahí probó Colombia en los últimos años un poco de esa receta: corrupción, malversación de fondos, escándalos, inseguridad que repunta, un desastre económico, de organización, de planificación.
¿Qué lectura le deja la situación de Colombia a la región?
Una lección para que no nos equivoquemos, para que votemos por lo mejor. A Colombia, al pueblo le quedan solamente dos años, donde van a tener una oportunidad de redimir ese error histórico que cometieron y votar por alguien joven fresco, con ideas renovadas que se parezca a estos gobernantes que hemos estado comentando como en Bukele, Novoa.
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Dada la falta de cohesión en la oposición al presidente Petro, ¿cómo deberían articularse los partidos tradicionales y líderes que no están de acuerdo con este Gobierno?
Eso es clave. Te puedo decir como venezolano que una de las grandes tragedias que ha habido allá es la falta de articulación total, de empatía, sintonía, entre todos los factores democráticos que luchan contra el Gobierno, contra el chavismo. Es verdad que hemos sido perseguidos, que nos han obligado al exilio, a la cárcel algunos, han asesinado a otros, no es fácil, pero lo que sí me preocupa es que primen los egos, las agendas personales, el no reconocimiento del otro y esas agendas particulares sobre la agenda nacional que es la que tiene que ser el cambio. Creo que hay que hacer un muy buen trabajo con todos los líderes, con todos los partidos para que, en una competencia sana, tengan una agenda compartida en los temas neurálgicos.
Desde su experiencia electoral, ¿dónde ve el diferencial en las elecciones colombianas?
El diferencial en las elecciones colombianas tiene que ver con la cohesión.
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¿Y cuál sería el candidato ideal para Colombia, considerando todos los factores que ha mencionado?
Lo primero que tengo que decir, es que soy muy respetuoso de los procesos internos de los países, de lo que cada quien quiere, como la gente percibe las cosas. Creo que es un poco irrespetuoso decirle a la gente vote por A o B. Eso lo digo como ciudadano, pero ahora, ya como profesional de las campañas, creo que la gente quiere algo joven, pero que también tenga cierta preparación y experiencia para los grandes retos que vienen. En esa mezcla de juventud con experiencia va a estar la clave para volver a ilusionar a los colombianos con un proyecto de cambio. El próximo presidente de Colombia va a tener menos de 50 años.
Dados los resultados recientes en la región, ¿cree que la izquierda se radicalizará aún más en Latinoamérica?
La izquierda en América Latina se va a buscar radicalizar siempre, pero todo depende de los ciudadanos, de si les damos paso. A mí me llena de alegría que la gente comenzó a rectificar. No vamos a dejar el paso de los radicales en la medida que nos organicemos los demócratas y ahí está la clave, aprender de los errores y hacer campañas para rescatar espacios democráticos.
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