Un sinsabor y, sobre todo, mucha preocupación fue la que quedó en Norte de Santander luego de que las delegaciones del Gobierno y del Ejército de Liberación Nacional (Eln) no lograran concretar este año la reanudación de la mesa de diálogos, suspendida desde septiembre pasado.
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Aunque las partes volvieron a acercarse este mes para intentar superar la crisis que atraviesa el proceso de paz, al cierre del último encuentro que tuvo lugar entre el 19 y el 25 de noviembre definieron que se reunirán nuevamente en enero del próximo año.
Solo hasta ese momento harán una evaluación del desarrollo de los acuerdos, para revisar sus cumplimientos, incumplimientos y los correctivos que sean necesarios, y definirán la continuidad del cese al fuego.
“Somos conscientes del cansancio de la violencia y del clamor que estos diálogos avancen con mayor celeridad y eficacia, y produzcan un balance adecuado entre los acuerdos, en términos estructurales y las transformaciones reales en los territorios”, asegura la delegación oficial en un comunicado publicado ayer.
Sin embargo, advierte que esa urgencia “no debe llevarnos a ceder a la tentación de producir resultados a toda costa, de confundir la política de paz territorial con la fragmentación de conflicto en la dispersión de violencias y diálogos”.
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Pero mientras las partes parecen ir con calma y sin prisa, en regiones como el Catatumbo sí aguardaban con expectativa que esas conversaciones redundaran en un mejor resultado que el que se dio a conocer, puesto que la confrontación se agudiza cada día más.
“Lo que nos preocupa es que no conozcan el contexto de lo que está pasando en los territorios. Estos son territorios que están en una guerra cruenta, que lo que está dejando es una estela de mucho sufrimiento, de heridas y dolor, y parece que eso no le interesara al Gobierno, que es el que tiene mayor responsabilidad política, porque los del Eln están en guerra”, manifestó Enrique Pertuz, presidente del Consejo Departamental de Paz.
El defensor de derechos humanos dijo que lo que se percibe es que la terminación del 2024 va a ser difícil y muy compleja para los municipios del Catatumbo donde está activo el accionar de los grupos armados, pero el año que se avecina también, mucho más, si se tiene en cuenta que va a estar marcado por un proceso preelectoral.
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“Esperamos que se declare el cese al fuego unilateral como lo ha venido haciendo el Eln en los últimos años y ojalá se entienda esto como un elemento más que pueda contribuir a que se tiene que regresar a la mesa y que el cese bilateral del fuego es un SOS de las comunidades en el Catatumbo”, agregó Pertuz.