En la temporada 2017 el jugador más destacado del Cúcuta Deportivo fue Cristian Marcelo ‘Jopito’ Álvarez, un volante argentino de buen pie, con alma de 10 y con gol, una pieza apetecible para cualquier entrenador de un equipo de segunda división.
En Zipaquirá, donde el rojinegro actuó por siete meses, dejó estela de su fútbol y en el regreso del equipo a la capital de Norte de Santander revalidó su categoría, aunque no se logró cumplir la meta de ascender de la mano de Flavio Robatto. En 34 partidos celebró en 12 oportunidades.
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Su juego hizo que la institución lo firmara por tres años a inicio de 2018 y pactó comprar sus derechos económicos. Como era habitual en el rojinegro, no se cumplió con lo pactado y el jugador decidió marcharse a finales de marzo después de actuar cuatro partidos y marcar dos goles.
Litigo ante FIFA
La marcha generó, como era de esperarse, un litigio entre el gaucho y el cuadro de la frontera. Álvarez demandó al club ante la FIFA por una suma de 136.000 dólares y, el 7 de marzo de 2019, el ente rector del fútbol mundial le halló la razón al mediocampista.
Cúcuta apeló, pero el 28 de agosto de 2020 fue ratificada la decisión y por incumplimiento, 30 días después se le prohibió inscribir jugadores.
El rojinegro, meses después, cayó en su peor crisis al no tener reconocimiento deportivo, entrar en proceso de liquidación judicial y ser desafiliado de la Federación Colombiana de Fútbol y la Dimayor.
Con el retorno, en mayo de 2022, FIFA levantó la sanción de inscripción al ser informada del nuevo acuerdo de reorganización que suscribió el Cúcuta con los acreedores.