El biólogo pamplonés Alberto Peña Kay hizo ‘clic’ con el cóndor en 2016 cuando acompañó al grupo de caminantes ‘Rokaice’ a la vereda Tencalá y avistó a una pareja de ave de la familia Cathartidae.
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Su emoción fue tal que desde entonces se comprometió a seguir investigando desde las aulas de la Universidad de Pamplona donde fundó la Sociedad Ornitológica del Nororiente Andino (Sonora).
También se vinculó a la Asociación Colombiana de Ornitología (ACO) y hace parte de la Fundación Neotropical, ente encargado de trabajar por el estudio, cuidado y protección del cóndor andino.
Pertenece al grupo de observadores de aves Ruwásira de Pamplona y es miembro activo de Birding Norte de Santander, una entidad que está a cargo de trabajar por el cuidado y educación de las aves en el departamento.
Con binóculos y cámaras al hombro, sale permanentemente a rastrear aves y en esos andares ratificó, hace seis años, la presencia del cóndor en Pamplona y Labateca, acompañado por Jossepe Cacua.
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“Teníamos la responsabilidad de hacer algo por esta especie, que se desconocía en esta zona y que por ende debíamos empezar a trabajar. Y contacté a Francisco Cirí León, presidente de la Fundación Neotropical, una entidad no gubernamental que desde hace tiempos ha trabajado para la preservación y cuidado del cóndor en Colombia”.
Formalizó desplazamientos a la vereda Tencalá con el propósito de hablarle a la comunidad de una manera pedagógica para la preservación y conservación de la especie en peligro de extinción como es el cóndor andino.
Allá encontró a la profesora Ana Delia Moncada, una aliada “para trabajar con los estudiantes e iniciamos con talleres donde hablamos de la importancia de la especie en la zona, el por qué debíamos protegerla y el compromiso para seguir protegiéndola y se convirtieran guardianes de esta especie”.
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En el 2018 se encontraron dos cóndores envenenados en Cerrito (Santander) “y se abrieron las puertas a la investigación de esta especie. En el 2019 se liberaron, y gracias a la telemetría, de los cuales se instalaron a estos ejemplares, se pudieron encontrar lugares de los cuales no se tenían registro donde posiblemente los cóndores podían llegar, tanto para descansar como perchar y zonas donde posiblemente se estaban alimentando”.
El año pasado se hizo el primer censo de cóndores andinos a nivel nacional. Y el biólogo Alberto Peña Kay fue el coordinador de Norte de Santander. “Y por ende aportamos varios registros que, junto con Santander, siguen siendo los mejores lugares y más conservados que tiene el país para la especie, destacándose municipios como Cáchira, como uno de los mejores sitios para ver cóndores en Norte de Santander, y teniendo en cuenta a Pamplona y Labateca en Tencalá, Silos, Cácota y Chitagá, en los páramos de Santurbán y Almorzadero”.
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En el censo adelantado se registraron tan solo 63 cóndores en todo el territorio nacional. Santander y Norte de Santander la cifra que se reportó fue de aproximadamente 36 cóndores. De los avistados, “se pudo establecer que hubo una mayor proporción de adultos con respecto a las de los inmaduros (subadultos y juveniles) por consiguiente es preocupante a la hora de observar que a futuro no hay una mayor cantidad de individuos que puedan ayudar a las nuevas generaciones de la especie”.
En los páramos Almorzadero y Santurbán desarrolló su tesis de grado junto a María Alejandra Parrado de la Fundación Neotropical, considerada una de las mejores investigadoras que tiene el país de esa especie.
Gracias a la fundación Neotropical sigue trabajando con las escuelas rurales con un promedio de 200 niños con edades desde los 5 hasta los 20 años de edad y abarcando desde primero hasta once grados porque se han presentado conflictos con la comunidad argumentando que los cóndores son aves depredadoras.
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Estimuló sus compromisos ambientales como 'Niño Guardián del Cóndor', a partir de pactos de cuidado del medio ambiente, disminución de tala de árboles, manejo de basuras en sistemas naturales, disminuir el uso de insumos agrícolas para evitar la contaminación del agua, no quemar el páramo ni intervenir zonas de riqueza natural y finalmente que sean ellos quienes lleven la información de la importancia del cóndor a los padres, familiares y comunidad.
“Es necesario que se continúen estableciendo los convenios y asociaciones que permitan mantener y aumentar la ejecución de la propuesta con el objetivo de abarcar todas las zonas de influencia para el cóndor andino.
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