El 31 de mayo de 2023 el amarillo y espeso barro de la arrasadora avalancha se llevó la casa de don Leonardo Durán, en la vereda El Tarra (más conocida como El Tarrita), perteneciente al municipio de Ábrego. En ese momento, los ladrillos que representaban el esfuerzo de una familia campesina quedaron disminuidos a la nada por culpa de la feroz fuerza del río Tarra. Hoy, un año después, el escandaloso vacío en esos lugares dónde antes había casas es la fiel representación de un Gobierno Nacional que no les cumplió las promesas a los damnificados.
Lea también:Gobierno Petro desmiente que vayan a cerrar el Congreso
Antes de ese escalofriante escenario, Leonardo Durán, de 65 años, pasaba sus días sembrando frijoles, ajo, yuca, caña, plátano y atendía el criadero de animales que tenía. Todo eso mientras veía pasar, por un lado, las enormes mulas llenas de carbón que hacían más atractiva esa ruta. Y por por el otro lado veía el río El Tarra que, sin saberlo, armaba el cauce por el que se llevaría los frutos del trabajo de toda una vida.
Las personas afectadas se despertaron, aproximadamente, a las 3 de la mañana ante los gritos de una vecina, acompañado del imponente sonido que traía la avalancha que venía desde el municipio vecino de Villa Caro.
“Se vino el río”, gritaba la comunidad avizorando el desastre que, con anticipación y ante protestas, habían advertido a las autoridades gubernamentales que ignoraron el temor.
¿El balance? 135 familias campesinas que se quedaron sin casas y sin tierras para trabajar, además de las familias que siguen en zona de riesgo.