En aras de una verdadera transformación agroindustrial se impulsa la adecuación de la planta procesadora de yuca en el municipio de Ocaña.
Este tubérculo tradicional será convertido en croquetas y otros derivados para conquistar paladares a nivel nacional e, incluso, internacional.
La iniciativa es impulsada por la Federación Red de Productores de la provincia, Catatumbo y sur del Cesar, Fedeprocap, con el firme propósito de reactivar el sector agropecuario.
El gerente, Pedro Mauricio Yusti Blanco, coordina la instalación de la maquinaria en la Ciudadela Norte de Ocaña para el procesamiento y empaque encaminado a la comercialización en otros mercados.
A través del programa de Colombia Transforma de la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid) se invierten 140.000.000 millones de pesos en la transferencia de tecnología para optimizar los procesos en el marco de los acuerdos de paz. Asimismo, el programa de sustitución de cultivos ilícitos de las Naciones Unidas.
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El convenio es ejecutado con la Asociación de Productores de Yuca de El Tarra, Asoproyuta, integrada por 20 campesinos víctimas de la violencia quienes apuestan a los cultivos tradicionales para lograr la convivencia pacífica de los pueblos.
Hacia la industrialización
En las bodegas se hacen las conexiones para el funcionamiento de la peladora, banda transportadora, molino, batidora, amasadora, embutidora, selladora, dispositivos de los servicios básicos como energía, gas y agua potable. Además, las marmitas u ollas en acero inoxidable cubiertas con una tapa totalmente ajustada, utilizadas a nivel industrial para cocinar los alimentos. También el abatidor de temperaturas o neveras bajo el sistema de hidrógeno para el congelamiento rápido, empaque y distribución.
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Con esa estructura se obtiene el calentamiento de más de 300 kilos de yuca como materia prima para la elaboración de croquetas, palitos utilizados para las comidas rápidas reemplazando las papas fritas, arepas, empanadas rellenas de queso, carne y pollo.
Producto certificado
El plan piloto en 6 fincas del Catatumbo y la asignación de ingenieros agrónomos como extensionistas busca aumentar los volúmenes de producción, mediante estudios y fertilización de suelos para obtener el certificado.
Se determina la calidad, el grosor, control de plagas, enfermedades y duración del producto. Desde hace 3 años se viene trabajando con esa alternativa para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del campo.
Se han suscrito alianzas estratégicas con los cultivadores que adelantaban el proceso de manera artesanal y ahora son instruidos sobre la importancia de la industrialización.
En la actualidad se surten los mercados de la provincia de Ocaña, Floridablanca, Girón, San Alberto y Barrancabermeja. “La idea es llegar a capitales como Bucaramanga, Cúcuta, Barranquilla, Bogotá, Cali y Medellín donde el 80 por ciento del producto es importado. A largo plazo, extender el negocio a nivel internacional como Miami y Europa”, anotó Mauricio Yusti.
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Yusti indicó que en la macro rueda desarrollada en Cartagena se expusieron las ventajas comparativas y se descubrió un potencial inmenso en Centroamérica.
La unión hace la fuerza
Orlando Acero Lizcano, un campesino desplazado por la violencia aparece como pionero de esa iniciativa para comercializar el tubérculo más utilizado en las cocinas latinoamericanas.
El potencial radica en la capacidad de los agricultores para generar empleo sumando el valor agregado a la yuca pasando del sistema artesanal al industrial. “Esta zona es muy fértil y el objetivo es aumentar las hectáreas sembradas, la producción y comercialización en los supermercados del país”, dijo.
El presidente de la Asociación de Productores de Yuca de El Tarra, Asoproyuta, Huberney Carvajalino Rodríguez, destacó la adquisición de maquinaria especializada.
“No se pierde absolutamente nada, pues la cáscara es usada para elaborar concentrado en la alimentación de los animales y el almidón en la creación de pegantes”, agregó.
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Manifestó que, en tiempos de crisis debido al bajonazo de los precios del bulto, los labriegos encuentran alternativas para quedarse en el campo con los cultivos tradicionales.
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