En el Catatumbo, Colombia, la violencia ha llevado al desplazamiento masivo de miles de personas en los últimos días, agravando una crisis humanitaria que llevó al presidente Gustavo Petro a anunciar un estado de emergencia económica en la región. Sin embargo, no todos han decidido abandonar sus hogares.
Isabel Rincón, una mujer que reside en Gabarra, se ha convertido en un símbolo de resistencia y amor por los animales. Mientras sus vecinos, incluido su esposo, se marcharon para escapar del conflicto, Isabel eligió quedarse para cuidar de sus más de 60 mascotas, entre ellos 45 perros y 17 gatos. “Todos se fueron, pero yo no fui capaz de dejarlos solitos. Espero que nadie venga a decirme que debo irme”, expresó con determinación.
En medio de los enfrentamientos entre las disidencias y el Eln, los animales han sido víctimas invisibles de esta crisis, quedando desamparados. Isabel, a quien muchos ven como un ángel para estos seres, ha convertido su hogar en un refugio, enfrentando las dificultades con la firme convicción de no abandonar a quienes dependen de ella.
“Yo no los voy a abandonar, me ha costado mucho sacarlos adelante. Yo quisiera que me ayuden a salir de aquí donde pueda estar yo con mis animales y después yo vuelvo a mi casa yo tengo fe que dios ya a resolver toda esta problemática y si no, pues alimentos, medicinas como me agarró desprevenido todo: no tengo alimentos... sobre todo para los cachorritos”, dijo.
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“Hoy pues el miedo mío es que tiran bombas, que en donde tiren un aquí y explote uno aquí yo estoy afuera con los animales.. o pase un grupo armados y arremetan contra uno aunque por lo que veo no es así pero nunca se sabe. Ese es mi miedo, que me maten mis animales o que me maten a mí porque si yo muero quien los cuida quién los va a cuidar a ellos”, añadió.
Isabel Rincón, de nacionalidad venezolana, encontró en los animales el apoyo necesario para superar uno de los momentos más difíciles de su vida. Tras atravesar una profunda depresión derivada de una complicada situación amorosa, llegó a atentar contra su propia vida. Sin embargo, fueron sus mascotas quienes le devolvieron la esperanza. “Tuve una experiencia personal muy mala y atenté contra mi vida, pero los animales me ayudaron a salir de esa depresión severa. Princesa, Tobías y Manchita, los más antiguos del refugio, fueron los primeros en llegar y marcaron el inicio de este camino”
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