El fentanilo es un potente analgésico que forma parte de los opioides, sustancias llamadas así porque interactúan con el sistema opioide del cerebro.
En ratones de laboratorio adultos –de 60 días de vida– se realizó uno de los primeros estudios para entender cómo se relacionan las adicciones a estas dos sustancias. Se encontró que luego de 4 horas de no consumir fentanilo, tiempo que, en promedio, dura su efecto, los roedores consumían más alcohol, algo que no se había descrito antes y que daría las primeras luces para saber cómo tratar las sobredosis relacionadas con este consumo.
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El fentanilo es un potente analgésico que forma parte de los opioides, sustancias llamadas así porque interactúan con el sistema opioide del cerebro, el cual tiene una función muy importante tanto en la regulación del dolor y el placer como en el estado de ánimo y el estrés.
Este medicamento, que puede ser hasta 100 veces más potente que la morfina, se ha usado para tratar dolores muy intensos relacionados con cirugías o enfermedades como el cáncer, pero en los últimos años su consumo ha estallado en las calles de diversos lugares del mundo, entre ellos el barrio Kensington (Filadelfia, Estados Unidos), denominado como el “barrio zombi” a causa del efecto que produce la droga, una especie de letargo y adormecimiento.
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Una investigación de la Universidad de California (UCLA) estima que las muertes por sobredosis de fentanilo mezclado tanto con otras drogas como con alcohol u otros medicamentos, se han multiplicado hasta 50 veces desde 2010, al pasar de 235 personas fallecidas en ese año, a 34.429 en 2021.
Aunque es un problema grave de salud pública en Estados Unidos, y países como Colombia registran cada vez más casos –por ejemplo en 2021 fueron 30 muertes por sobredosis–, en laboratorio se ha estudiado poco la combinación del fentanilo con otras sustancias, entre ellas el alcohol, cuyo consumo está muy normalizado.
Con la guía del doctor Adam Kimbrough, de la Universidad Purdue, y la profesora Marisol Lamprea, del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), la bióloga Jimena Sotelo García, de la Institución, evaluó en ratones de laboratorio (modelo murino) cómo se podría entender la adicción al fentanilo potenciada por el consumo de alcohol.
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La investigadora trabajó con 16 individuos que dividió en dos grupos, el primero conformado por 8 ratones a los que les inyectó una solución salina o suero fisiológico, mientras que al segundo le suministró una dosis de 0,1 miligramos por kilogramo de fentanilo. Esta acción la repitió cada día por 5 meses.
Después diseñó un modelo o circuito en el que les dejó a los ratones una mezcla de alcohol (etanol al 20 %) en un recipiente, y esperó un tiempo para ver qué grupo tomaba más.
Uno de los aspectos novedosos del estudio fueron los tiempos en que se observó el consumo. Durante los primeros tres días hubo un bloque de 2 horas después de la inyección para que los ratones tomaran alcohol, pero al cuarto día se establecieron 2 horas más, por lo que contaron con 4 horas, tiempo elegido porque es similar al estimado en algunas publicaciones sobre lo que puede durar el efecto de la droga.
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