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Cristop: construyendo hip hop en Cúcuta
El bogotano llegó a la capital nortesantandereana a sus 16 años y se volvió un nombre reconocido en el hip hop local.
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La opinión
La Opinión
Lunes, 10 de Marzo de 2025

En 2009, Christian Gabriel Rozo Cortés llegó a Cúcuta con un propósito claro: ser el único rapero de la ciudad. A sus 16 años, dejó atrás su vida en Bogotá, donde creció en una casa compartida con su familia, sus abuelos y un primo, quien, sin darse cuenta, lo introdujo en su primer amor: el rap.


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Su fascinación por el género se intensificó cuando un amigo le mostró la canción ‘Basado en hechos reales’ de Nach. Ese descubrimiento, sumado a la curiosidad adolescente y el acceso a internet, le abrió un mundo nuevo. Pasó de escuchar una canción a devorar discografías enteras, llenando su celular de compilaciones de rap.

El gusto por la música no tardó en definir su identidad. En el Instituto Técnico Guaimaral, comenzó a ser conocido como ‘Cristop’, el rapero del colegio. 

Con su estilo marcado por pañoletas, pantalones anchos y tenis, emulaba a los artistas que veía en el canal MTV. Su presencia en las veladas musicales del colegio lo convirtió en la cara visible del rap en su entorno.


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Descubriendo la escena

“Yo pensaba, estúpidamente, que era el único rapero de la ciudad”, recordó Cristop. Sin embargo, su percepción cambió cuando una amiga le presentó a un vecino que también hacía rap. Poco después, lo invitaron a una reunión de artistas en el centro comercial Unicentro

Al ver a más de una docena de raperos, todos vestidos con un estilo similar, se dio cuenta de que no estaba solo. Comprendió que él y sus nuevos amigos eran apenas la generación emergente de una escena que ya tenía cinco o seis años de historia en Cúcuta.

Nace un organizador

Tras graduarse de bachiller en 2009, Cristop tuvo su primera oportunidad como organizador de eventos. Su amigo Spark le contó sobre un político dispuesto a financiar un festival de hip hop, pero sin experiencia en logística. “Yo tampoco sabía organizar, pero hagámosle, no perdamos la oportunidad”, pensó.

Así nació ‘Hip Hop, seis letras… mil emociones’, realizado el 5 de diciembre de 2010 en la Plazoleta Amelia. El evento reunió más de 20 artistas de rap, grafiti y break dance con el propósito de recolectar juguetes para los niños del barrio La Primavera.

Su involucramiento en la escena siguió creciendo: participó en videoclips, abrió conciertos de rap y formó el dúo Pandemia Verbal, con su amigo Taylor.

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La primera batalla de rap en Cúcuta

Entre 2012 y 2013, el bogotano participó en la organización de la primera batalla de freestyle en la ciudad junto con Candres y Snake

Alquilaron el sonido con 5ta con 5ta Crew y usaron un colegio en Kennedy, al que renombraron ‘La Gallera’ para la ocasión. Fue ahí donde descubrió su pasión y habilidad para la coordinación de eventos.

Sin embargo, poco después, se alejó de la música. La disolución de Pandemia Verbal, la pausa en su primer disco y un embarazo inesperado lo llevaron a tomarse un descanso.

Ser papá: la improvisación más importante

En 2013, con solo 20 años, el rapero recibió a su hija, María Gabriela. “Aprendí a ser tu papi sobre la marcha”, expresa en su canción ‘MaGa’, dedicada a ella.

Para prepararse, recurrió a libros de paternidad. Aunque hoy viven distanciados, Christian se esfuerza en su crianza, enseñándole el valor del dinero, la importancia de la empatía y la necesidad de elegir bien a sus amigos. Si pudiera dejarle un solo consejo, sería: “Vuelve a intentarlo”.


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El Norte del Verbo

En 2014 fundó El Norte del Verbo, su propia organización, con la que promovió la escena local. Creó una competencia que premiaba con un cupo para el evento internacional Dragones del Freestyle. Durante años, financió la participación de artistas cucuteños en competiciones nacionales e internacionales.

Sin embargo, se dio cuenta de que alcanzar el reconocimiento masivo era más difícil de lo esperado. La distancia con Bogotá limitaba las oportunidades para los talentos de la ciudad. Poco a poco, la música alternativa perdió popularidad.

En 2020, se unió a la Fundación RedBlack para organizar un evento cultural con una inversión de más de 200 millones de pesos. Planeaban traer a Alcolirykoz y realizar competencias de freestyle, stunt y grafiti. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 lo cambió todo. Aunque el evento se realizó meses después, no tuvo el impacto esperado.

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Octavo Round: la gran apuesta

En 2021, inspirado en el formato de la Freestyle Master Series (FMS), el artista creó Octavo Round, una liga con los mejores raperos de Cúcuta. Para la segunda edición, llevó competidores internacionales como Éxodo Lirical, tetracampeón de Red Bull Batalla Centroamérica. También anunció a Jokker, campeón de Red Bull Chile 2022, pero problemas de agenda impidieron su participación.

Desde fuera, parecía un éxito. “Todo el mundo pensaba que movíamos plata, pero en realidad lo hacíamos con las uñas. Después de Jokker, quedamos en números rojos. Fue un cierre bonito”, confesó. En 2022, la liga llegó a su fin.

Los 7 Grandes: un nuevo formato

Desde 2023, Cristop trabaja con el Gobierno, alcaldías, secretarías de cultura e incluso Unicef. A través del proyecto Impulso Juvenil: Transformando el Territorio, creó una nueva liga: Los 7 Grandes.

Siete de los mejores freestylers de Cúcuta—SW, Nox, Byaki, Chomy, Dasga, Dinak y Troz—se enfrentan a competidores locales y nacionales en cada jornada. La liga arrancó en noviembre y, tras una pausa, regresará este año, con más rimas y batallas.


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Vivir improvisando

Pero Rozo Cortés no solo improvisa en el freestyle. En 2011, se graduó como diseñador gráfico de la Universidad de Pamplona, y ahora está por terminar su carrera de arquitectura.

Su vida profesional es un reflejo de su filosofía: hacer un poco de todo. Además de organizar eventos, es instalador mobiliario, editor y actor de doblaje. Como le decía su madre: “Todo lo que uno aprenda en esta vida, de algo le sirve”.

“Cuando digo que improvisar es mi vida es porque lo es para todos. El freestyle está en todas partes, no solo en las rimas. Todos estamos improvisando. Lo importante es aprender a hacerlo bien, ya sea rapeando o en la vida”, afirmó.

Nunca dejar de intentarlo

Cristop quiere ser recordado como alguien que siempre lo intentó. “No seré reconocido por mis éxitos, sino por las veces que me equivoqué. Lo importante es volver a intentarlo”.

Su consejo es claro: “La vida no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. No se preocupe por quién va adelante o atrás, siga su propio camino. Puede caminar lento o rápido, pero nunca se rinda ni se desvíe del rumbo”.


Redacción: Jhonatan Orjuela Prato / Practicante de periodismo

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