Sin embargo, su legado cinematográfico quedó marcado por su participación en la franquicia de Harry Potter, donde durante ocho películas encarnó a la estricta, pero justa profesora McGonagall, ganándose el cariño de millones de fanáticos alrededor del mundo. Su interpretación en la saga le permitió acercarse a nuevas generaciones y consolidarse como una figura emblemática del cine fantástico.
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Además de su trabajo en cine, Maggie Smith tuvo una vasta carrera en la televisión y el teatro. Su papel como la condesa Violet Crawley en la serie Downton Abbey le valió múltiples galardones, incluidos tres premios Emmy. Smith combinó su imponente presencia escénica con una dedicación incansable al arte dramático, permaneciendo activa incluso tras haber sido diagnosticada con cáncer de mama en 2008, enfermedad que logró superar.
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Su muerte deja un vacío irremplazable en el mundo del entretenimiento, pero su legado perdurará en las generaciones que la admiraron en la pantalla grande y sobre los escenarios. Maggie Smith no solo fue una actriz polifacética, sino también un ícono de la cultura popular, cuya influencia seguirá viva en las futuras interpretaciones cinematográficas y teatrales.
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