El castigo físico y humillante es la forma de violencia más usada en contra de los niños y de las niñas en todo el mundo, señala la Alianza por la Niñez, organización conformada por entidades como la Fundación Plan, Save the children, el Observatorio de infancia de la Universidad Nacional, la Pontificia Universidad Javeriana, la Agencia Pandi, y otras 16 organizaciones que hoy luchan por la protección de la niñez.
Este tipo de violencia se diferencia del maltrato porque el uso de la fuerza se da para hacerle vivir al niño una experiencia de dolor, sin causar una herida, o al menos no visible; en Colombia, la falta de estudios sobre la incidencia real del castigo físico y humillante, deja entrever la normalización de un fenómeno considerado habitual.
La Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2015) expone que el 85 por ciento de los encuestados en los hogares responden que en su casa hay castigo físico y/o humillante.
Pero si somos tan buenas personas, ¿por qué Colombia figura entre los peores países para ser niño? ¿Por qué somos el tercer país en el que más niños se asesinan cada día? ¿Por qué somos uno de los países más violentos del mundo? Parece que sí nos pasó algo.
Según la organización Save the children, es frecuente escuchar que tanto padres como niños justifican el castigo físico, porque enseña cómo comportarse, e incluso demuestran que se castiga con y por amor.
Sin embargo, cuando esta conducta se justifica, se demuestra la creencia que es normal y correcto ser castigado físicamente, y se racionaliza o entiende el dolor experimentado.
Algunos adultos coinciden en decir que un golpe, una bofetada, una chancla voladora, un pellizco, no les causó ningún daño, y así, se niega el dolor cuando se advierte que los padres o personas cercanas solamente educan si hay dolor en mayor o menor medida.
Lo cierto es que el castigo corporal y humillante vulnera la dignidad y la integridad física de los niños, y así como la lucha contra la violencia intrafamiliar ha sido fundamental para el empoderamiento de las mujeres y la aceptación de sus derechos, así debe ser para los niños.
Ningún Estado puede pretender que respeta a niños, niñas y adolescentes como titulares de derechos igual que los adultos, ni tener un sistema de protección infantil efectivo mientras tolere la violencia contra ellos, señala la organización.
Entonces, ¿qué hacer?
La Alianza coincide en que forjar un manual es complejo, pero sí resulta de ayuda conocer qué ocurre en el ciclo vital de los niños, dado que sus comportamientos también dependen de su desarrollo físico, neurológico y hormonal.
Buscar guías puede ser un gran apoyo, para entender las etapas de crecimiento. Por ejemplo, los 2 años son descritos según pediatras como el periodo en que los niños son más propensos a ser castigados, golpeados y maltratados.
Si su niño se encarama a un mueble a tomar un vaso de vidrio, piense: ¿quién dejó el vaso allí? ¿Quién está al cuidado del niño? ¿Quién debe vigilarlo y explicarle los peligros?
A los dos años aprenden a decir no y a recibir negativas con frecuencia: No te trepes, no brinques, no saltes, no corras... y aparecen los berrinches para llamar la atención a toda costa, situaciones que pueden extenderse hasta los 4 años.
Crear normas y límites amorosamente, dedicar tiempo y atención, es fundamental, pero también poner límites y normas.
Concilie la sanción por faltar a una norma, pregúntese: ¿Por qué lo hizo? ¿Qué lo motivó? Dialogue y después del diálogo… dialogue.
Le puede interesar 1.000 millones de niños en el mundo fueron víctimas de la violencia en 2017
Antes de golpear o humillar a un niño, piense
-El castigo físico es un abuso de poder. El niño está en desventaja, en tamaño y fuerza.
-El niño depende de usted física, emocional, social y económicamente. Usted es su ejemplo a seguir.
-Si castiga al niño porque perdió el control, ¿por qué sí se controla con su jefe o sus colegas?
-Al niño se le golpea o humilla por decir mentiras, coger cosas ajenas, desobedecer, no hacer tareas, tener malos resultados en los exámenes… Pero, como adulto, ¿usted no lo ha hecho? ¿No lo hace?
-No todos los niños que han sido maltratados son dóciles. Al menos una cuarta parte de ellos son negativos, impulsivos, agresivos, destructivos e hiperactivos sin razón aparente.
-En niños menores de un año se puede observar retraso en el desarrollo motor, social, cognoscitivo y del lenguaje.
-El castigo físico y humillante en la infancia favorece conductas agresivas durante la adultez, incluyendo el abuso de cónyuge e hijos.
-Estudios de la revista interamericana de psicología (2017) muestran que a mayor incidencia de la violencia doméstica, mayor deterioro en el rendimiento académico.
-Diariamente son asesinados 200 niños y niñas en el mundo. De estos, 2 eventos sucedieron en Colombia.
-Los niños que reciben formas de castigo físico o humillante como palmadas, encierros, agarrones o cachetadas, tienen más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, artritis y obesidad, según la Revista Pediatrics.
-El 100% de los adolescentes en conflicto con la ley reportó ser sujeto de castigos en su familia.
-El maltrato a los niños deteriora su capacidad cognitiva y baja la autoestima.
-El castigo provoca en el niño ansiedad, tensión muscular, estrés, reacción de temor, y una respuesta primitiva de huida y distracción.
-Usted está enseñando que la violencia es la forma en la que se relacionan las personas, y que las personas que se aman y protegen se golpean.