Enilce del Rosario López Romero fue conocida como ‘La Gata’, una empresaria a la que medios de comunicación no dudan en calificar como poderosa.
Su regreso de tanto en tanto a titulares de prensa no es menor, y esta vez se justifica en su fallecimiento, que ocurrió en la madrugada de ayer. López había sido diagnosticada con cáncer de pulmón en la última etapa, con metástasis en el sistema nervioso central (cerebro), ganglionar y óseo.
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López nació en Sucre, en la vereda El Naranjo. De su desapercibido movimiento por la Costa se sabe que fue empleada doméstica. Cualquier biografía no pormenorizada podría dar un salto en el tiempo a cuando comenzó a lucirse en el mundo de las apuestas y de otros pequeños negocios junto a su esposo, Héctor Julio Alfonso Pastrana.
Llegó a los juegos de azar gracias al llamado de Jesús María Villalobos Luna, el dueño de Apuestas El Perro, y se consolidó con su angurria y su local formalizado, Apuestas El Gato. Con el tiempo llegó a ser conocida por su apodo inmortalizado y su creciente fortuna, que luego se convirtió en un elemento clave de expedientes judiciales.
Pero antes de llegar a folios en despachos de fiscales y jueces no era precisamente una mujer afamada. A lo sumo, algunos municipios de Bolívar y Sucre conocían su rostro y el de su sobrina, Wendy Vanessa López Romero, con quien entregaba regalos a niños de escasos recursos como campaña para que Wendy fuese seleccionada como Niña Colombia.
Las Sabanas, los Montes de María, Sincelejo y Magangué fueron los escenarios en los que la reputación de Enilce del Rosario se siguió fortaleciendo. Tanto, que en sus calles se dice que José Gonzalo Rodríguez Gacha fue su socio, pero él mismo no podría admitirlo, pues el Estado le dio de baja en Santiago de Tolú, y ella siempre lo negó.
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El negocio del chance fue regulado por leyes y establecían impuestos o licitaciones. Las ganancias de las empresas de ese estilo comenzaron a cambiar, pero Apuestas El Gato permaneció impávida. Incluso, ‘La Gata’ creó una unión temporal con cerca de 25 casas de apuestas, Uniapuestas, que llegó a administrar el chance en el Atlántico.
El caudal de Enilce López creció al tiempo que comenzó a abrirse paso en la política, pues su apoyo en empleos logró convencerla de que era posible estar de lado de algunas campañas, incluyendo las de sus hijos, Jorge Luis —Gatico—, quien pidió permiso al Inpec para ir al funeral de su madre, y José Julio, recientemente rechazado por la JEP.
Esa influencia la llevó a aportar unos $100 millones a la primera cruzada presidencial de Álvaro Uribe Vélez. Fabio Echeverry, exgerente de la campaña, negó tal entrada de dinero, pero fue el mismo Uribe el encargado de reconocerlo abiertamente, un gesto que reiteró, incluso, ayer: “quedó registrado en las cuentas”.
“El aporte hizo parte de una contribución superior de varias empresas que cumplían con todos los requisitos, una de las cuales estaba vinculada a Enilce López”, subrayó el líder del Centro Democrático, quien defendió que todas sus campañas “han sido transparentes y no han necesitado mucho dinero”.
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Se llevó parte de la verdad
Más allá de la política, López entabló relaciones —negadas por ella, probadas por la justicia— con grupos paramilitares de la región. Resultó condenada a 37 años por tales nexos, que quedaron demostrados a través de un juicio por el homicidio del vigilante Amaury Fabián Ochoa, perpetrado por paramilitares en junio del 2000 por falsos señalamientos de ser aliado de la guerrilla delas Farc.
La sentencia definitiva tuvo que llegar en segunda instancia. En 2011, el Juzgado Séptimo Especializado de Bogotá aseguró que los testigos en el proceso no pudieron demostrar los vínculos de ‘La Gata’ con el asesinato, pero sí con el paramilitarismo. En 2013, el Tribunal Superior consideró que ambos aspectos merecían una pena de prisión.
En 2018, Enilce López firmó un acta de sometimiento ante la Jurisdicción Especial para la Paz, ya cuando la justicia la procesaba por lavado de activos y concierto para delinquir, además del ya célebre homicidio. La Fiscalía la señaló a ella, a sus dos hijos que aspiraron a ser políticos y a diez de sus empleados.
El ente acusador tiene la tesis de que ‘La Gata’ y su manada blanquearon bienes del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso a través de la empresa. La justicia aún no determina esa responsabilidad, que tampoco pudo ser probada ante la Jurisdicción Especial, que rechazó a López y a uno de sus hijos por no aportar a la verdad.
Y es la verdad la que ‘La Gata’ se lleva. Parte de la verdad sobre el paramilitarismo en la Costa, que ahora reposa en otros actores del conflicto, y sobre el lavado de bienes que la delincuencia ingresó en la región. ¿La culpa? Quizás de su cáncer. O de su propia voluntad. O del lento actuar del Estado.
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