Mucho se ha hablado sobre la importancia que tienen los biciusuarios en la movilidad, toda vez que representan el segundo puesto en importancia luego del peatón. Infortunadamente, estos importantes actores no se escapan de los abusos de cientos de conductores, los agreden de diferentes maneras y mucho más cuando no son vistos por su escasas o inexistentes luces de advertencia o de presencia en las vías.
Las personas que tienen dentro de sus actividades de ejercicio o el desplazamiento en bicicleta se dividen en varios segmentos, los cuales mencionaré de acuerdo a su vulnerabilidad, aclarando que todos tienen la misma importancia.
El primer grupo, está compuesto por comerciantes, profesionales, industriales y personas que pertenecen al poder legislativo, que tienen la oportunidad de ser acompañados por un vehículo que transita de escolta a muy baja velocidad, advirtiendo a los ciclistas posibles situaciones de emergencia o peligro.
Estas personas poseen bicicletas de alto costo, con luces delanteras y traseras de alta luminosidad, fácilmente observables por cualquier automotor y además, algunas partes de sus trajes, tienen franjas o formas diversas reflectivas.
El segundo grupo, mucho más numeroso, lo conforman personas de ambos sexos, contemporáneos, dueños de caballitos de acero de diferentes costos (medio altos – altos) con dominio total de los espacios en la vía, respetuosos como los anteriores de las señales de tránsito, con buenas luces delanteras y traseras, siendo escoltados algunas veces por conductores de motocicleta, con amplia experiencia en acompañamiento de ciclistas.
El tercer grupo es el realmente preocupante, porque lo componen humildes trabajadores y estudiantes que por necesidad, utilizan la bicicleta como medio de transporte, las cuales adolecen de las más mínimas medidas de seguridad en materia de luminosidad y por lo tanto son presa fácil de los conductores despistados y otros expertos en quitarles la vía, solo por aquello del morbo que les produce asustarlos.
Esas son las personas que merecen la atención del ejecutivo, toda vez que es necesario combinar los nutridos paseos nocturnos, con el apoyo que debe dárseles con urgencia. No se trata de entregarles los juegos de luces sino buscar una alianza entre las empresas que venden estos elementos, generosos biciusuarios, Policía Nacional y las dependencias de la administración municipal que por vocación de funcionarios o por las obligaciones que les asisten, lideren una “iluminatón” pudiendo establecer paralelamente una base de datos de estas personas, cuyos problemas en las vías no van a desaparecer con el hecho de recibir un juego de luces.
Concluyo que existe un creciente grupo de ciudadanos que dedica parte de su tiempo en el deporte del ciclismo, invirtiendo de acuerdo a sus posibilidades, que incluyen buenos trajes e iluminación de sus bicicletas y otro grupo de biciusuarios dispersos, cuya condición económica no les permite adquirir bicicletas de alto costo o desequilibrar su presupuesto familiar adquiriendo medidas de prevención, tal como lo constituyen las luces y finalmente reconocer que en nuestra ciudad viven personas con notable solvencia económica que estoy seguro apoyarían iniciativas que apunten a la protección de biciusuarios.