Su Santidad:
Déjeme, en primer lugar, expresarle mis sinceros agradecimientos en nombre de los cuarenta y pico millones de colombianos, incluidos los que negocian en La Habana, (ellos, además de terroristas también son colombianos), por haberse fijado en nosotros, para una de sus visitas pastorales del año entrante.
Si Juanpa y monseñor Pimiento no se lo han agradecido todavía, seguramente debe ser el uno por sus ocupaciones (el pobre anda más enredado que un bulto de anzuelos con eso del post conflicto), y el otro porque ya se le olvidan las cosas a pesar de ser tan nuevo. Nuevo en el cardenalato, quiero decir.
Pero con mis agradecimientos, permítame darle un consejo: No se deje meter los dedos en la boca por los mandamases, que ya le quieren fijar el itinerario. Se quieren aprovechar de que usted es buena gente, manso y humilde de corazón como el Maestro (no Cicerón, sino el Maestro divino), y lo quieren llevar con los ojos vendados a donde ellos quieren.
Yo quiero invitarlo, con todo respeto, a que visite esta región nortesantandereana, y sabrá su Santidad por qué a Cúcuta le dicen el mejor vividero del mundo, con el perdón de los argentinos y de los paisas. En esta ciudad están sucediendo grandes cosas, según dice nuestro Alcalde, aunque es posible que tampoco usted las vea.
Aquí encontrará usted nuestros famosos pasteles de garbanzo, únicos en el universo, y probará nuestros cortados de leche de cabra, de La Garita. Lo llevaremos al Zulia, para que saboree un caldo de rampuches, de esos que paran muertos. Pero si le entra la nostalgia por la comida gaucha, iremos a donde su paisano Lóndero, amante como usted del balón y de las buenas carnes.
Y como no sólo de pan vive el hombre, podrá visitar a la Virgen de Torcoroma, en Ocaña; a la Ojona de Belén, en Salazar de las Palmas, y a la milagrosa Virgen de Las Mercedes en Las Mercedes.
Por la dormida no se preocupe, que sabemos de su humildad y una mala noche se pasa en cualquier parte. Como sea, le conseguiremos un toldillo de los que el señor alcalde regaló, para que no le pique algún zancudo y se nos contagie del chikunguña.
Pero lo más importante, Su Santidad: Somos una región de frontera, de modo que desde aquí podrá contemplar la montonera de deportados colombianos que el presidente Maduro nos devuelve todos los días desde ese hermano país. Y podrá escuchar ahí no más, al otro lado del puente, como quien dice, al pie de la oreja, lo que los venezolanos cuentan de su situación, su escasez y sus esperanzas.
Y si le queda un tiempito, y aún está con fuerzas por los rampuches, podemos ir hasta el Catatumbo para que se entreviste con nuestros Motilones. Pedro Cuadro Herrera, que, como usted, es muy bueno para las lenguas, podría servirle de intérprete, si acaso usted no habla el barí. Anímese, y hasta una flecha autóctona se puede llevar de recuerdo, para que la luzca en su oficina del Vaticano.
Como ve, santísimo Padre, le estoy ofreciendo un tour distinto, pero sabroso. Estoy seguro que Édgar Díaz, nuestro Gobernador, y monseñor Julio César Vidal, nuestro Obispo, están de acuerdo con esta modesta invitación.
Lo esperamos, pues, en estas breñas nortesantandereanas. Y, por favor, nos confirma la fecha, para ir mandando a lavar los chiros.
Su hijo, afmo. GUSTAVO
PD. Incluya en su agenda la bendición de la primera piedra del templo de Gramalote. Y si no lo construyen, ¡qué piedra la suya y la mía!