Algo muy grave está ocurriendo en el Gobierno: la bobera de la vicepresidenta Martha Lucia Ramírez, famosa por sus metidas de pata, se le ha contagiado a todos los funcionarios y ya se notan síntomas de la grave enfermedad en otros altos empleados, que han empezado a decir lugares comunes sin sonrojarse y como si fuera el mayor descubrimiento, digno del Premio Nobel de química o física.
La bobera que azota a los burócratas de elevados sueldos no es nueva: la han sufrido personalidades de todos los partidos, que tratan de decir genialidades para aparecer en los medios de comunicación y acaparar titulares que puedan mostrar a sus amigos en el consejo de ministros y en el club de domadores de potros en el círculo de admiradores del uribismo.
El último protagonista del chorro de babas ha sido el alto consejero para la paz, a quien le ha venido a la cabeza la genial idea de poner contra la pared a los elenos para que confiesen las razones por las que consideran como su jefe al presidente Maduro, personaje que nunca ha debido abandonar el manejo de buses para apoderarse de la presidencia de Venezuela, done volvió pobre a una nación que era rica.
El comisionado, de cuyo nombre no quiero acordarme, buscando titulares, conminó a la vieja guerrilla, que lleva medio siglo en el monte, para que nos cuente la razón por la que consideran al inepto mandatario venezolano como el jefe de la subversión que espera convertir a Colombia en otra Cuba o en una sucursal de Caracas.
Es una falta de juicio, o de seriedad conminar a una vieja organización, que no ha hecho sino asesinar y destruir la economía nacional, para que rinda cuentas y bajo la gravedad del juramento nos cuente la razón por la que consideran como su jefe natural al presidente Maduro, que no es propiamente candidato al premio Nóbel de Economía. No faltó, dentro del Santanderismo, sino que le solicitáramos a los elenos que suministren el número de sus cédulas o nos manden las fotos de sus novias. Somos un país exótico que podemos presentarnos en las Naciones Unidas como los únicos capaces de conseguir que una guerrilla nos cuente las razones que tiene para tomar decisiones absurdas como la de nombrar jefe a un inepto que está a punto de caer en manos de sus enemigos, los gringos, que tienen el deseo de juzgarlo como hicieron con el general Noriega, quien murió en una cárcel de los Estados Unidos. Para ilógicos, los colombianos…GPT