Amables Lectores: La fórmula de decir que todo está mal y que nada funciona resulta útil para hacerse con una alcaldía, con una gobernación o con la presidencia.

Se ha demostrado que estos argumentos mueven al elector quien invadido por el miedo o la desesperanza votan hoy por quien lidere en negativo pero esos mismos son quienes mañana están más arrepentidos y buscan cambiar su posición inicial para la próxima elección por eso vender catástrofe no resiste el paso del tiempo.

En algún momento se necesita más que un discurso apocalíptico. Ofrecer esperanzas para soñar con un país mejor y no con uno del que debamos huir en la primera crisis. Liderar en negativo no es un buen negocio, para la clase política porque en el mediano plazo las intervenciones destructivas conspiran contra quienes la promueven.

El ejemplo más demostrativo de lo anterior fue la intervención del presidente Petro en la asamblea general de la naciones unidas (ONU), realizada en Nueva York. Más allá de su narrativa de desastre, el presidente; “No ofreció” propuestas realistas ejecutables para enfrentar el cambio climático. La jornada en la ONU, fue una oportunidad perdida, el exceso del mandatario a ser apocalíptico en sus palabras sustituyó la posibilidad de contarle a la comunidad internacional los detalles de la fórmula colombiana con la que el presidente apuesta a luchar contra el cambio climático.

El liderazgo es otra cosa, debe inspirar, tiene que convencer que se puede realizar una construcción colectiva para obtener un futuro mejor y de lo contrario sepultará la idea, por ejemplo de que una izquierda democrática llegue de nuevo al poder. El gobernante no debe olvidar que ya no es opositor y no puede hablar del establecimiento y del poder político enquistado en la presidencia, porque es él quien ahora lo detenta y representa.

Los empresarios colombianos son líderes con optimismo, piensan en positivo sin importarles los momentos más difíciles y el presidente, en lugar de aislarlos, debería hablar con ellos y apoyarse en su concepto para lograr las transformaciones sociales.

No se puede seguir solo criticando lo que se ha hecho, hasta el inicio del gobierno Petro, en la lucha contra la coca, es necesario realizar acciones, porque este gobierno con su inacción en la lucha se ha vuelto permisivo contra este negocio y hoy es más fácil, por la falta de controles, ser coquero. Las cifras no engañan.

El sistema integrado de cultivos ilícitos de la ONU, reporta un incremento del 13% en el área sembrada pasando de 204.000 hectáreas en el 2021 a 230.000 en el 2022. La producción de cocaína pasó en el mismo periodo de 1.410 toneladas métricas a 1.738 toneladas, con un crecimiento del 24%. Estos máximos históricos demuestran que Colombia “está nadando en coca”.