Hoy arde la frontera colombo-venezolana desde el Arauca hasta el Catatumbo, gracias al proceso Santos-Farc y a la amistad del Nobel con el dictador venezolano, ayudado por el tibio centrista de Iván Duque (en sus dos primeros años) que para que no lo acusaran de hacer trizas el proceso del Nobel casi hace trizas el país.
Y dejándonos de eufemismos verbales de disidencias, reincidencias, GAOS y otro poco de nombres que se inventaron los mamertos del Estado y los periodistas, en esto que no se puede llamar guerra, ni mucho menos de conflicto político, grupos narcoterroristas se están dando bala por control territorial. Todos, actuando desde Colombia o desde Venezuela atacan a Colombia. Confluyen, según la prensa, las Farc Colombia (llamadas eufemísticamente disidencias), las Farc Venezuela (llamadas también de una manera eufemística, la Nueva Marquetalia) y varias franquicias del Eln, pues como he explicado muchas veces ese grupo no tiene unidad de mando, sino que son grupos de delincuencia organizada que se arropa con ese nombre. No se mencionan agentes venezolanos, pero debe haber.
Que se maten entre delincuentes no debería preocupar, pero me temo que el asunto tiene más fondo: es el ataque del régimen venezolano sobre Colombia con la avanzada de colombianos traidores a la patria, denominados guerrilleros. Es el conflicto colombo-venezolano no declarado. Y hay más de una razón poderosa para ello: que todo sea un acto para desviar la atención del verdadero propósito venezolano de instalar misiles y otros equipos bélicos iraníes y rusos en la zona venezolana de la frontera en preparación de un objetivo mucho mayor, que aún no es claro, y obvio; a apoyar a la izquierda colombiana en todas sus formas de lucha por el poder, a los quintacolumnistas internos infiltrados en los poderes públicos, la academia y el periodismo; y además a ganar “cabezas de playa” en Colombia ante una escalada del conflicto binacional.
El problema es que los dos grandes afectados, Colombia y Estados Unidos, hoy están gobernados por gobiernos “centristas”, apaciguadores y aunque hay señales positivas en contrario, son pocas y débiles. Y en Colombia los quintacolumnistas están preparados para enfrentar cualquier decisión del Gobierno Nacional de aplicar leyes y principios de seguridad nacional en la frontera para que se siga peleando una guerra asimétrica con leyes de policía. Este es el momento de apelar a una relación multinacional enfocada a enfrentar ese ataque sobre el país. Y las asonadas propuestas otra vez por la izquierda son otro frente de este ataque de los extremistas sobre el país. Ya la centro izquierda ha querido vender su distancia de la extrema izquierda pero, si camina como pato, grazna como pato y nada como pato, es un pato. El sainete la “reconciliación” Petro-Claudia López, para entender que la izquierda tiene el mismo objetivo, así “jueguen” a enemistarse.
La labor de erosionar desde adentro a los gobiernos democráticos por parte del socialismo autocrático parece estar dando todos sus frutos, pero se puede reforzar con un ataque externo, más aún si no es declarado. Adelantar elecciones presionadas por todo tipo de agentes armados es seguir en el cuentazo del “conflicto político”, de la democracia que no se puede defender con leyes de orden público, de unas ías jugando a vigilar el “conflicto”, de unas Cortes listas a condenar al ejecutivo en lo que haga y de una ciudadanía capturada por “jóvenes insurgentes”.
Presidente Duque Usted debe escoger, y a pocos humanos se les da esa oportunidad histórica, entre dejar que el país caiga en manos del socialismo por no enfrentar todas las formas de lucha de la izquierda, o enfrentar el reto y encausar el país hacia un futuro verdaderamente democrático. La historia no califica a los estadistas como izquierdistas, centristas o derechistas, sino entre valientes y cobardes. Por eso Otto von Bismarck, el canciller de hierro a alemán dijo: “Un estadista no piensa en las próximas elecciones, sino en la próximas generaciones”.