Amado hijo Salvador, como es costumbre, cada año te escribo esta carta para contarte todo lo que juntos hemos aprendido y reflexionado en el caminar de tus ya casi 4 años de existencia. Hoy ya cumplimos 125 columnas: 125 fines de semana, en las que, junto a nuestra amada ciudad y departamento, tratamos de opinar sobre lo que a diario nos pasa.
Hoy es el famoso día de los Inocentes, que rememora más que nunca el sufrimiento de tantos niños del mundo, por abandono, tortura, esclavitud servil y abuso sexual, entre otros.
Hijo, eres mucho más grande en tu infancia. Ya haces preguntas con la avidez de quien comprende mejor lo que le rodea. Ha sido muy difícil explicarte los conceptos de muerte y tristeza.
Has vivido un cambio sin precedentes en la humanidad. La inteligencia artificial (IA) ya es parte de tu realidad, además de las amenazas de guerra nuclear, la caída inminente de dictaduras que ya no significan nada en un mundo lleno de tecnología, y de ideas progresistas en la libertad de los pueblos y el respeto por los derechos humanos.
Amado hijo, esta Navidad y fin de año son de mucha reflexión. Seguimos soñando que cada uno de ustedes, los niños, son los verdaderos dueños del presente de este país en crisis y que nos quiere a la fuerza, imponer un sistema de Gobierno en decadencia, sin valores y en los mayores escándalos de corrupción.
Cada cosa que hacemos es para que ustedes se enorgullezcan y no sientan vergüenza de la incapacidad que tuvimos para darles un mundo libre, válido, con respeto por la familia y sociedad, y lleno de valores.
Cada día, a pesar de tu edad, te bombardean con imágenes e ideas que socavan lo que como familia y en oración sostenemos; fe, esperanza, amor y, sobre todo, justicia y respeto hacia el otro y por los otros.
Quiero expresarte, amado Salvador, que se vienen tiempos de libertad, que ya avanza en El Salvador, Argentina, Estados Unidos y Países Bajos, entre otros, donde se fortalece la defensa de las instituciones que nos mantienen como sociedad libre.
A muchos niños como tú, en Colombia, los siguen obligando a ir a la guerra, a morir sin sentido. Otros, siguen siendo maltratados, y tú, ya estas observando que los seres humanos (no todos) estamos con las mejores intenciones. Ya me preguntaste qué significa “ser malo” y “ser bueno”, respuesta que tienen muchas connotaciones.
Amado hijo, una vez más doy gracias por compartir contigo este año y te sugiero que sigas preparándote en el seno de tu hogar en valores y formándote en las más altas cualidades académicas porque el mundo está cambiando y ustedes son, no el futuro, sino los transformadores del presente y el mañana. Por ese amor, Salvador, seguimos trabajando, amando nuestro hermoso Norte de Santander y la mejor de todas, tu ciudad natal, La Perla del Norte, mi Cúcuta.
Quiero finalizar esta columna deseándoles a cada uno de ustedes mis lectores un feliz año 2025. Darle las gracias a la Universidad Simón Bolívar, en el marco del proyecto Hombre Culto que cumple ya 7 años en marcha.
Que todos los sueños y proyectos se hagan realidad en los 365 días que inician; que luchemos juntos por construir nuevas realidades. Nos debemos a la sociedad en general, a los gobernantes que tengan sabiduría y pulcritud en sus decisiones, a todos en general, amor y salud. Feliz año 2025. Te amamos, Salvador.
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