Piano, piano y en medio de debates en el Congreso que más parecen cortinas de humo, que reflexiones de fondo,avanzan las reformas del gobierno Petro. Una de ellas, la de la Educación.
Pero, ciertamente, no podemos achacar solo a las propuestas gubernamentales la crisis cada vez más evidente de ese sector y que padecen,especialmente,las universidades privadas en el país. Una oferta académica que poco o nada interpreta las realidades de nuestra era actual, el desempleo, las pocas oportunidades laborales que representan la inversión en tiempo y dinero las carreras tradicionales y, el surgimiento de las nuevas tecnologías digitales que ofrecen a los jóvenes hacerse ricos y famosos con solo hacer un click, tienen, entre otros, contra las cuerdas, a las instituciones de educación superior privada.
A las universidades privadas,en los dos últimos años,se les ha autorizado apenas un incremento del IPC; es decir, no hay equilibrio entre los costos y los gastos operativos, que anteseran superiores a ese índice. Hoy, ni las otrora poderosas universidades como la Javeriana, el Externado o los Andes, registran utilidades operacionales que les permitan aceptablemente ofrecer mayor calidad respecto de profesores, programas y auxilios a los estudiantes. Algunas de ellas, cubren esas necesidades con recursos provenientes de rendimientos en inversiones realizadas en otros sectores.
Hoy, el reto de las universidades privadas es: o logran estabilidad financiera, o cierran.
A mediados de octubre la Corte Constitucional tumbó el artículo de la reforma tributaria que imponía que las universidades privadas asumirían los costos de interesesde los créditos de los estudiantes con el Icetex, quien realizó un acuerdo con Ascun (Asociación Colombiana de Universidades) donde se comprometieron a pagar entre las Universidades y el Instituto, los intereses de esos créditos; pero esto genera un costo adicional que, hasta antes de este Gobierno no se presentaba. Como solución a esta medida, las Universidades han enfocado sus recursos en dar financiamiento a corto plazo a los estudiantes, disparándose un importante aumento de los créditos otorgados.
Pero, ¿la educación superior está preparando a las nuevas generaciones para el rol queesta jugará en la sociedad futura? Un artículo de El Tiempo, titulado “Los retos del sistema educativo y el trabajo en la cuarta revolución industrial”, escrito por Ricardo Palomo-Zurdo, de la Universidad CEU San Pablo, compara a la primera revolución industrial con la de ahora, a la que llama la “era de la digitalización y programación”. Sobre la educación, señala que el tradicional modelo de conocimientos deberá ir hacia uno de competencias y de resultados, permitiendo aprovechar el esfuerzo de los estudiantes.
En Colombia, la Pandemia, dejó al descubierto el monumental atraso que en materia digital tenemos.
Es urgente incorporar, desde los primeros años de estudio hasta la educación superior, materias que enseñen las nuevas tecnologías y preparar al estudiante, en cada carrera, para el mercado laboral.
Pero,la incorporación tecnológica, no solo hace referencia a las carreras técnicas; las humanidades como el Derecho, puede y debe incorporar el uso de la Inteligencia Artificial a su Pensum. Ya existen maestrías y doctorados relacionados con el derecho digital; la justicia digital; la gobernanza de datos. Ya hay abogados hablando de algoritmos. Nuestras altas cortes y el Consejo Superior de la Judicatura, vienen trabajando en ello.
Bien podrían las universidades asentadas en Cúcuta, trabajar en ese propósito. Tenemos cinco facultades de Derecho, un exceso, por cierto, pero entre todas podría promoverse la Inteligencia Artificial y contribuir entre otros, a la descongestión de los despachos judiciales para el logro de una eficiente y cumplida administración de justicia.