Creo que todas las religiones predicen el fin del mundo, de suerte que sus creyentes, de una manera u otra, se preparan para la llegada de ese inevitable acontecimiento. Además, ya es sabido que nuestro sistema solar se extinguirá cuando el sol se apague y se convierta en una “super nova” que engullirá a los planetas que orbitan a su alrededor.
Algunos profetas se han dedicado a calcular cuál sería la fecha de la desaparición del mundo - refiriéndose al planeta tierra - pero imagino que todavía no se ha calculado cuándo desaparecerá el universo entero si consideramos que hay millones de galaxias que se siguen expandiendo por el infinito espacio que todavía no logramos entender del todo.
Para citar sólo uno de estos casos me refiero a Isaac Newton (1643- 1727), formulador de la ley de la gravitación universal, gran matemático, físico, teólogo, alquimista y muchas cosas más, considerado como uno de los mayores genios de la humanidad. Pues bien, el científico inglés dedicó largos años a estudios teológicos y de la Biblia, realizó varios cálculos sobre el día del Juicio Final y llegó a la conclusión de que éste ocurriría hacia 2060. Es decir, ya casi.
Pero, Newton ni los científicos que predicen el fin de nuestro sistema solar lo achacan al calentamiento global como producto de las emisiones de CO2 y otros daños producidos por el hombre, sin soslayar que somos los mayores depredadores de nuestro planeta, y que ya estamos inundando de basura el espacio interestelar.
Con todo, en el concierto universal Colombia aporta poquísimo al calentamiento global, aun, con las emisiones de las industrias petrolera, carbonífera y gasífera. De acuerdo con cifras de la Organización Metereológica Mundial correspondientes al 2021, nuestro país ocupaba el puesto 47 entre los emisores mundiales de CO2, y el sexto entre los de América Latina. El Banco Mundial señala que un colombiano emite 1,6 toneladas de CO2 al año, cifra muy inferior al 4,47 del promedio mundial per cápita, y al 2,6 de América Latina y el Caribe.
Sin embargo, hay que anotar que a diferencia de lo que ocurre a nivel global, el sector energético en Colombia sólo contribuye con el 14% de las emisiones de Gas de Efecto Invernadero (GEI), mientras la agricultura, la ganadería y la deforestación producen el 59% de dichos gases.
Y aunque contribuimos poco al daño ambiental del mundo, hay prácticas desastrosas en Colombia que arrasan los árboles, destruyen los ríos, contaminan las aguas, incendian los bosques…Esto es producto de la minería ilegal, los destructores de los oleoductos, los sembradores de coca, los invasores ilegales, fenómenos que no han sido enfrentados por el Estado de forma contundente.
El ataque al petróleo, al gas y al carbón como únicos culpables de los daños ambientales es de nefastas consecuencias económicas y sociales. Lo lógico es impulsar seriamente las energías alternativas al mismo tiempo que se aprovecha la explotación controlada de aquellos, como se viene haciendo. En 2022 la minería legal aportó 15 billones, y el petróleo 18,16 billones de pesos a la economía nacional. Es de tener en cuenta.
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