Estuve unos días ‘’veraneando’’ en una clínica, gracias a mis achaques, y me perdí, sin intenciones, eso que en mi época llamábamos una jornada democrática, en la que fueron elegidos nuevos parlamentarios y se abrió el camino para el relevo en la Presidencia.
No me produjeron ninguna sorpresa los resultados, que se podían vaticinar desde hace varios meses, a raíz de la derrota del plebiscito sobre la paz en el cual se impuso el No sobre el SI, gracias a las tácticas hábiles e inteligentes del más sorprendente político del siglo 21, el milagroso expresidente Alvaro Uribe Vélez, quien pasó de ser oscuro senador liberal a jefe indiscutible de la derecha por encima de personajes cono el expresidente Pastrana, el exprocurador Ordoñez, los herederos de las viejas casas dueñas del conservatismo y tradicionales jefesillos de todos los departamentos. Un verdadero milagro, se hubiera dicho en las tertulias políticas.
La sorpresa no incluyó a los dirigentes de los viejos partidos porque sabían que el palo no estaba para cucharas. Los primeros avisos de lo que podía ocurrir aparecieron hace décadas cuando el exgeneral Gustavo Rojas Pinilla ganó la elección presidencial que le fue embolatada por hábil ministro de gobierno. Liberales y conservadores cometieron, por igual, todo tipo de pecados, que fueron agrandados por algunos periodistas que pescaban en aguas revueltas. No se perdonó ni un error y la opinión pública supo de primera mano lo que ocurría en la rama ejecutiva, legislativa y judicial.
Los políticos se ganaron lo peor de los epítetos. Y el odio de las gentes, a muchas de las cuales las atacaba el defecto nacional, la envidia. Además, el presidente Juan Manuel Santos se consiguió el peor enemigo posible, su antecesor, quien se reveló como inteligente contradictor y novedoso oposicionista, como no se veía desde los tiempos de Laureano Gómez.
Santos, bien intencionado, no supo rodearse bien y nombró toda clase de enemigos, incluyendo sus vicepresidentes, varios ministros, parlamentarios y funcionarios de todo nivel. Inclusive, viejo exgeneral, jefe de las reservas, era ardiente crítico que no escatimaba censuras en todas las reuniones, produciendo oposición a todas las decisiones oficiales, empezando por la política de paz, que terminó siendo el talón de Aquiles del gobierno. La falta de buenos asesores y amigos leales y desinteresados, además de la virulenta oposición, minaron el prestigio del gobierno, con la obvia consecuencia del crecimiento de los enemigos. Además, para completar, en esas condiciones, por un error táctico, el presidente convocó un plebiscito, que debería ganar y perdió.
Si a los errores del gobierno, la deslealtad, el twitter (el arma que remplazó a los periódicos) y un audaz enemigo se le suman los errores de los partidos gubernamentales, el final no podía ser distinto Las encuestas lo habían mostrado y no cambió porque todavía hay quienes creen en el trapo rojo y en el azul, Ojalá me equivoque, pero creo que vamos para una hegemonía de derecha, como la de Fujimori o la de Pinochet. Esperen y verán. GPT