El gobierno ha vuelto a anunciar su decisión de revivir el tren en Colombia. Muy importante proyecto que debe materializarse tanto en diseños y contratación, como en la debida asignación de recursos. Los grandes proyectos en Colombia deambulan demasiado, y para la muestra el sistema de Metro de Bogotá, del cual se está hablando hace más de 50 años, habiéndose quedado nuestra capital rezagada frente al resto de las metrópolis de América Latina. Buenos Aires lo logró hace 100 años y la llamada ciudad de conventos Quito, ya lo tiene también.
El tren será sin duda un gran motor del desarrollo, en la medida en que no solo aligerará el transporte de carga, sino que abaratará los costos de manera significativa, lo que contribuirá para que el sistema productivo nacional encuentre beneficios muy efectivos en sus planes de producción.
El ministro de Transporte ha dicho que se ha dispuesto de una asignación de 30 billones, para financiar tres grandes proyectos: El de La Dorada-Chiriguaná, con una extensión de 521 kilómetros, que se lanzará el próximo semestre. El de Buenaventura que se conectará con el anterior, que se licitará el año entrante, y una tercera red que se denomina como, Red Central, para la cual estudian tres alternativas y que saldrá de Belencito en Boyacá, sitio hasta donde llegará la red desde Bogotá, y atravesará el departamento de Santander, para conectarse en Puerto Wilches con la primera red. Esta última sería contratada en el 2026.
El país entero debe respaldar este proyecto. Recuperar el ferrocarril, significa dar un salto a la modernidad del trasporte y al allanamiento de los caminos que conducen al logro de la competitividad. Pero debe ser a través de un cronograma muy preciso que garantice tiempos de ejecución y reserva de partidas presupuestales. No podemos perder de vista que los proyectos de infraestructura en Colombia han caído un 76% en los últimos tres años, lo que hace urgente el diseño de instrumentos que aseguren una exitosa ejecución.
Si el tren se revive, estoy seguro de que el país daría un salto de casi un siglo en el desarrollo. Resulta incomprensible para los productores de otros países, que, al enviar la carga a Colombia, ésta tenga que llegar a puerto para ser embalada en camiones y furgones porque no hay posibilidad de un transporte eficiente en riel. A su vez, nuestros productores, tienen que incrementar el valor final, porque los altos fletes del trasporte terrestre los terminan haciendo más costosos que los que se producen en otras latitudes.
Cúcuta tendrá que ventilar su anhelo de revivir también su ferrocarril y de asegurar a través de este, una comunicación efectiva con Venezuela.
Un punto fundamental para un gran acuerdo nacional sería precisamente este. No tendría un solo opositor y la esperanza para el desarrollo abriría una enorme puerta.
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