Recién llegado yo a Bogotá, hace jijuemil años,una de mis diversiones favoritas los domingos era irme Al Hipódromo de Techo, a presenciar las carreras de caballos. Heredero de arrieros, y fiel a mi gusto por las bestias, me engolosinaba los domingos con los caballos correlones. A veces apostaba, y casi siempre perdía. Pero yo no iba por ganar sino a descansar de los códigos y a distraer el aburrimiento dominical.
Dentro de la jerga hípica que aprendí, recuerdo aquella expresión del locutor que narraba la carrera por los altavoces del hipódromo: “En tierra derecha…” Se refería a laúltima parte de la pista, cuando los caballos entraban a la recta final para llegar a la meta.
Eran tardes maravillosas, por lo general acompañado de alguna amiga, también aficionada a los caballos, a las carreras y a las montadas. El frío era intenso, pero iba bien abrigado: franela, camisa, buso, gabardina y bufanda. Y paraguas al brazo por si las lluvias.
He recordado aquellos domingos, esta semana cuando entramos en tierra derecha en asuntos de elecciones. Los candidatos, aspirantes a dirigir los destinos regionales, han entrado a la recta final. Se hacen los últimos contactos, las últimas promesas, los últimos cálculos y se queman los últimos cartuchos. “La suerte está echada”, como dijo Julio César al pasar el Rubicón, en Roma, un río que era prohibido pasar.
Los políticos, como los caballos, tienen su división en clases sociales. Hay caballos ágiles, que parecieran volar en lugar de trotar, igual a muchos políticos que vuelan y dejan atrás fácilmente a sus contendores. ¿De qué se valen estos caballos para ganar? Bien alimentados, bien entrenados, conocen la pista y sus jinetes conocen ciertos trucos que amilanan a los otros caballos. Igual que los políticos: algunos con buena publicidad y buena chequera, otros repartiendo hojitas volantes. Unos mostrándose por televisión, otros asomándose a la esquina de su casa. Algunos con manifestaciones tumultuosas, otros con reuniones de tres pelagatos. “Muchos son los llamados y pocos los elegidos”, dijo el Señor Jesús refiriéndose a la salvación de los creyentes, y echándoles pullas a los políticos de hoy.
Hay candidatos que salen de últimos del partidor, pero, poco a poco, van avanzando y llegan y hasta pueden ganar. Otros, en cambio, arrancan con toda, y arman toda una parafernalia a su alrededor, pero poco a poco se van quedando rezagados: “Arrancada de caballo y frenada de burro”.
No estoy en contra de los políticos. Los políticos son necesarios para que dirijan el país. Lo que pasa es que algunos de ellos se perratiaron la carrera. Utilizaron la política para engordar sus bolsillos, “jódase el que se joda”, como decía mi nono Cleto Ardila. Yo me fijo en mi pueblo, Las Mercedes. Un pueblo que fue hermoso, rico y exuberante, convertido hoy en un pueblo triste, abandonado a su suerte. Y la suerte también le volteó la espalda. La guerrilla, los narcos y los malos gobernantes se confabularon en contra del progreso y bienestar de los pueblos.
(Y aquí termino, con un paréntesispara intervenir en política, como pocas veces lo hago. Afortunadamente dentro de los candidatos buenos, pero buenos de verdad, tenemos para la Asamblea del departamento a Gerardo Ordóñez, médico sardinatero, honesto, buena gente, culto y muy preparado. Yo invito a todo el paisanaje mercedeño y de Sardinata y de la Victoria y de San Roque e intermedios, y a todos los pueblos de Occidente, para que llevemos entre todos a Gerardo a la Asamblea departamental).
El domingo estaré pendiente de los resultados de la carrera. ¡Lástima que sea Ley seca!
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