Por la desatada represión y locura violenta de la dictadura venezolana, varios opositores se asilaron en la embajada de Argentina en Caracas y la satrapía ha tratado ese suelo argentino como un bastión terrorista. Buscando doblegar cualquier oposición, como todo progresista que solo respeta la ley cuando le favorece, Maduro tiene en asedio la sede de la embajada y les cortó servicios públicos. Evitando un riesgo mayor, Argentina retiro sus militares y la vigilancia de la sede quedo a cargo de Brasil, como amanuense del dictador. Pero éste en su locura sádica, y con asesoría de los cubanos, retiro también el apoyo a Brasil y ya Maria Corina Machado previene de un asalto a la embajada.
¿Ya no hay relaciones entre Argentina y Venezuela, pero dejará impune Milei la violación de su embajada? ¿No creo que el tema de para una guerra entre ambos países, pero podría ser el justificante de una operación multilateral contra la dictadura? No hay respuesta fácil, pero cada vez más Maduro cierra cualquier posible salida negociada y muestra desprecio absoluto por la juridicidad internacional ante la actitud pasiva, cuando no complaciente, de los organismos multilaterales y Estados Unidos. Denunciaba Jaime Bayly en su canal de youtube que la defensora de Maduro ante la Corte Penal Internacional es cuñada del fiscal principal de la CPI. Los vasos comunicantes de la Organización de Naciones Unidas y otros organismos con el progresismo internacional son cada vez más claros.
En fin, la gran incógnita es si es posible que el incidente de la embajada de Argentina en Caracas sea el justificante de una acción de fuerza contra la dictadura chavista. El presidente Milei de Argentina no se le arruga a un conflicto armado, que además lo consolidaría como indiscutible líder nacional. El punto es que no lo haría solo, pues su debilidad económica se lo impide. Por eso, necesita un socio capitalista en esa empresa y la opción lógica es Estados Unidos. El asunto es si el gobierno Biden, mejor dicho el gobierno de Kamala Harris ante la interdicción de Biden, le jugaría a esa opción de manera directa o indirecta, financiando mercenarios como blackwater con logística de las fuerzas armadas gringas. A favor de hacerlo es, que de ser exitosos, eso le daría un golpe de buena publicidad y votos latinos al partido demócrata en las elecciones de noviembre. Pero en contra está la afinidad ideológica con el chavismo de Kamala Harris y gran parte de sus subalternos y que además impulsarían a un Milei enemigo declarado del progresismo. Hasta ahora Biden ha sido un buen progresista y un pésimo geopolítico. Y nada debería cambiar ahora con una radical de izquierda como Kamala Harris. No habrá una acción de fuerza en Venezuela mientras el progresismo esté en la Casa Blanca.
Se ha criticado mucho el asilo de Edmundo González en la España de Sánchez, pues se ve como una traición a una Venezuela Libre y como un triunfo del dictador y un favor de Sánchez al chavismo. Discrepo de esa tesis. Hasta hoy, la única persona que ha tenido claro como derrotar el chavismo es Maria Corina Machado y si ella apoyó lo de Edmundo es porque tiene una estrategia que podría ser esta: ¿qué hacemos el día después que caiga la satrapía?
Edmundo libre y con asesores de gran calado puede elaborar un programa para el día después que sea viable, de aplicación inmediata y de verdadero cambio gradual, que actúe en Venezuela el día después. Muchos han ganado guerras y perdido la paz; Maria Corina sabe que está cerca el fin de la dictadura chavista y no sería raro que estuviera detrás de usar el affaire argentino para una acción de fuerza y de Edmundo en su programa de paz. Pero tiene viento progresista que viene del norte, en contra.
Habrá que esperar a noviembre a ver si cambian los vientos del norte. Ka-de-malas está Venezuela.
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