Las cifras de la Policía Nacional sobre el incremento del delito de extorsión en el país, generan una alarma que debe merecer toda la atención, sobre todo a la misma Policía, que es la encargada de perseguir el flagelo.
Se nos dice que de 2016 a la fecha, ese delito ha crecido en un 106%, pues de 4.903 casos reportados inicialmente, se ha pasado a 10.236; sin embargo, una investigación realizada por las universidades de Chicago y Eafit, dice que esas cifras apenas llegan al 1% de los casos presentados, pues la inmensa mayoría de los afectados no denuncia su situación.
Y para reafirmar esa valoración, manifiesta que sólo en Medellín alrededor de 150.000 hogares y negocios pagan extorsiones semanales.
El delito extorsivo, está articulado con otros delitos, en donde podemos encontrar la más variada gama, que la delincuencia utiliza para atemorizar a sus víctimas y lograr sus objetivos económicos, o a veces otros instrumentos terribles como favores sexuales, o daño emocional o reputacional.
Pero en la medida en que crece esta modalidad, aparecen también las más variadas formas de practicarlo y llegan a conformarse bandas especializadas, instrumentos que operan desde las cárceles, y montajes tecnológicos que acechan a toda clase de víctimas.
Cuando el delito crece, la acción de la autoridad tiene que redoblarse, y para este caso la inteligencia policial tiene que repotenciarse de manera significativa, pues además de este preocupante delito, han crecido también el hurto, las lesiones personales y el homicidio. Las cifras que se nos presentan son aterradoras, y tienen un impacto inmediato en la percepción de seguridad de los ciudadanos, lo que hace impactar de manera significativa la economía, pues el factor seguridad resulta ser preponderante a la hora de invertir o de realizar negocios.
Es triste contemplar que hoy en día a los ciudadanos les cuesta trabajo abordar la calle, dejar solo su hogar, tener contacto con alguna persona o acceder a una aplicación tecnológica, pues el temor a que le ocurra algo lo invade de manera inmediata.
No es si no ver los noticieros de televisión o leer los registros de prensa, para comprobar la cantidad abundante de noticias derivas de la inseguridad, lo que hace pensar en un estado de desprotección que está afectando la calidad de vida y que está repercutiendo de manera dramática en la actividad diaria.
El general Salamanca, director de la Policía Nacional, tendrá que dirigir un plan choque que involucre también a alcaldes y gobernadores, pues es urgente demostrarles a los ciudadanos que el panorama experimenta mejorías, y eso se logra con hechos concretos y con acciones contundentes de permitan desarticular las bandas y que logren darle su merecido a quien quiere irse por el camino del delito para desarrollar su vida.