Se le escucha decir con insistencia al candidato presidencial Federico Gutiérrez que él no tiene jefe ni partido político, que tampoco está en la derecha o la izquierda. Niega que sus posibles convicciones o propuestas de gobierno estén abrevadas en ideología alguna. Sostiene que los problemas colombianos no son resultado de corrientes de esa naturaleza. Gutiérrez no es el único con esa máscara. La misma en sus intervenciones se pone el presidente Iván Duque. Otros depredadores del poder en la nación también usan ese disfraz. Son vergonzantes en cuanto se refiere a su identidad en asuntos de principios.
La verdad es que toda gestión pública tiene una relación política, así se reduzca a lo personal, y esta
parte de unas ideas concretas, buenas o desastrosas, asumidas en forma consciente o bajo los avatares del empirismo. La política está dictada por las ideas y estas pueden llevar a la catástrofe o a la construcción de bienestar colectivo.
Colombia en sus 200 años de independencia ha estado gobernada en la mayor parte de tiempo por una derecha amasada con levadura conservadurista, como garantía de impedir el cambio y consolidar el continuismo con todos los atrasos que causa. Atrasos cada vez más desastrosos, evidentes en la realidad abismal predominante.
Políticos de la misma camada de Gutiérrez, vergonzantes de su identidad ideológica son de derecha, por más que se escondan. Han respaldado todos los actos oficiales que han llevado al país a la postración. Han buscado frenar los acuerdos de paz y han hecho causa común con el paramilitarismo y hasta grupos mafiosos. Se han puesto del lado de los actores de la corrupción para facilitar su impunidad. Al mismo tiempo propagan mentiras contra quienes proponen desamarrar a Colombia del estancamiento en que se encuentra.
Derecha es todo el entramado contra los derechos sociales. Es repetir lo que hicieron Franco en España, Hitler en Alemania y Mussolini en Italia, en tiempos de los regímenes con que ultrajaron a sus pueblos y a la humanidad, en general. Derecha es patrocinar programas asistencialistas y hacer creer que se está erradicando la pobreza. Es también engañar mediante propaganda oficial en los medios presentando como soluciones lo que no es cierto. Es la aplicación del capitalismo salvaje y deshumanizado. Y hace parte del discurso de la derecha calificar de populismo ofrecer la creación de empleo con justa remuneración, o la gratuidad en la educación, o el fortalecimiento del régimen pensional y de los servicios de salud. Derecha es la intolerancia, el racismo, el abuso del poder, el tráfico de influencia y el culto a la personalidad para alabar virtudes que no se tienen.
La máscara con que se cubren los políticos, incapaces de asumir en público sus verdaderas ideas, es una contribución a engaño. Lo cual debe destaparse para que la nación entre en el rumbo que la libere de tanta acumulación de frustraciones.
Y quien profese unas ideas debe asumirlas y no esconderlas para que se debatan con libertad, como lo impone la democracia.
Puntada
El gobierno no puede seguir tapando el crimen del Putumayo. Lo que sigue es sanción y reparación.
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